Formación continua en las pymes
El nuevo modelo de formación continua plantea algunos problemas de armonización con las pymes, según los autores, que advierten sobre una serie de disfunciones que pueden provocar el continuismo de los errores que se han sucedido durante la última década
La formación continua en España se enfrenta desde enero de 2004 a nuevos retos derivados de la regulación, mediante el Real Decreto 1.046/2003, y la Orden 500/TAS/2004 que lo desarrolla, del nuevo modelo de formación para los trabajadores. A pesar del esfuerzo por socializar los recursos para la formación, todavía existe una serie de problemas a los que se debe buscar solución para que las pymes armonicen perfectamente con este nuevo modelo.
La pyme de nuestro país carece de muchos de los recursos necesarios para enfrentarse a la programación y ejecución de acciones formativas con discretas garantías de éxito. A pesar de los recursos económicos que el nuevo modelo destina para las empresas, inversamente proporcionales a su tamaño con el propósito de incentivar la condición de pyme, debemos estar atentos a una serie de disfunciones que pueden provocar el continuismo de los errores que han venido sucediendo durante la última década:
En no pocas ocasiones las pymes dudan de los beneficios de la formación al desconocer la medida de sus efectos sobre la productividad
l Escaso tiempo para la programación y el desarrollo de las acciones formativas, aun habiéndose eliminado los trámites burocráticos para las solicitudes de subvención, por lo que es muy posible que se produzca una entrega de la gestión formativa a centros o instituciones especializadas. Del mismo modo, rara vez las pymes pueden realizar un diagnóstico de necesidades o evaluación previa, por lo que será necesario que reciban asesoramiento externo.
l Unido al escaso tiempo disponible para la formación (que generalmente suele ser antes o después de la jornada laboral) nos encontramos con el dilema de establecer el número de personas que van a formarse con el crédito disponible, cuestión que en la mayoría de los casos contará con la opinión del directivo y en el menor con la opinión de los trabajadores. En este sentido, podemos afirmar que las pymes carecen de la capacidad necesaria para desarrollar itinerarios personalizados o formación asociada a trayectorias profesionales.
l En no pocas ocasiones las pymes dudan de los beneficios de la formación al desconocer la medida de sus efectos sobre la productividad y los salarios de los trabajadores. La gran preocupación para las empresas se centra en la transferencia de conocimientos al puesto de trabajo. Básicamente las acciones de formación continua están sufriendo un importante cambio que va desde la tradicional formación presencial en aula a la formación mediante el uso de las nuevas tecnologías (e-learning, comunidades virtuales, etc.) y sobre todo la formación en el puesto de trabajo (coaching formativo), tratando de estimular las habilidades en cada uno de los miembros de los equipos de trabajo. A pesar de estas nuevas tendencias, si un empresario no tiene la necesidad de diseñar un curso y, sobre todo, si en anteriores ocasiones se hubiera decepcionado por los resultados, sencillamente decidirá no ponerlo en práctica.
l Nuestro tejido de pymes carece de la cultura asociativa de otros países de la UE como Francia, donde Agefos PME procura la mayor descentralización de las acciones, llevando a cabo planes de formación a medida para las pequeñas y medianas empresas. Esta limitación provocará que las empresas de menos de 10 trabajadores que estén convencidas de desarrollar cursos para sus trabajadores se vean coartadas por las ajustadas cantidades de sus créditos (y sobre todo las empresas de cinco o menos trabajadores, que disponen de una cuantía fija de 350 euros). Este problema podría solucionarse a través de los planes formativos desarrollados por una agrupación de empresas.
l A pesar de las campañas informativas que está desarrollando la Fundación Tripartita para la Formación en el Empleo, este escaso asociacionismo empresarial lleva asociada una importante desinformación, lo que va a producir que muchas pymes ni siquiera conozcan el funcionamiento del entramado que rodea al nuevo modelo.
l Las pymes informadas e interesadas en formar a sus trabajadores van a encontrarse también con el handicap de su falta de infraestructuras (aulas especializadas, medios didácticos, etc.). Aunque el nuevo modelo prevea la cesión del crédito a un centro o institución especializada, muchas pymes no sabrán a quién dirigirse para contratar una formación de la mayor calidad posible.
l La gestión telemática de los procedimientos administrativos como única vía para realizar los trámites pertinentes es otro de los problemas con los que van a enfrentarse las empresas de reducida dimensión. En España se está produciendo un progresivo aunque lento desarrollo en el uso de las nuevas tecnologías, pero no son pocas las pymes que carecen de ordenador con conexión a internet.
l Por último, al ejecutarse generalmente los cursos en periodos de baja actividad, las empresas se van a encontrar en ocasiones con falta de liquidez. El nuevo modelo prevé que las empresas adelanten las cantidades que luego se descontarán de las bonificaciones a la Seguridad Social en base a la cantidad ingresada por la empresa el año anterior por el concepto de cuota de formación profesional. En este sentido, o bien las consultoras están dispuestas a soportar dilatados periodos de retraso en los pagos o las pymes encontrarán en su caja otra limitación más.
Estas cuestiones pueden frenar las iniciativas de inversión en cualificación del segmento de nuestro tejido empresarial que más lo necesita. Si el nuevo modelo no prioriza adecuadamente sus actuaciones en favor de las pymes es posible que sigamos estando lejos de superar el 4% de empresas de menos de 10 trabajadores que realizaron formación continua al amparo del modelo anterior.