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Cinco Sentidos

El Picasso ceramista, en Málaga y Madrid

La verdadera faceta ceramista de Picasso comenzó en 1946, en Vallauris, un antiguo centro alfarero en la costa mediterránea francesa.

Allí se encontraba el taller Madoura, propiedad de la familia Ramié, al que el artista regresaría el verano siguiente, dispuesto a poner en práctica personales y novedosas ideas. Más tarde, Picasso fijó en esta localidad su residencia junto con la pintora Françoise Gilot -madre de Claude y Paloma- y adquirió los talleres de Fournas, una antigua fábrica de perfumes para instalar en ella talleres de cerámica, pintura y escultura. Una muestra de su producción se puede contemplar en el Museo Picasso de Málaga y el Círculo de Bellas Artes de Madrid.

El primero muestra hasta el próximo octubre 43 cerámicas datadas entre 1947 y 1965. Son obras apenas conocidas, en las que late su ilimitada potencia creadora, con la audacia que le caracterizó en todos los campos. Desde la vuelta a las raíces etruscas, como se intuye en el jarrón de Pablo y Françoise de 1950, a la frescura con que hace un guiño al pop en la vasija Bikini de 1961.

Platos ilustrados con cabezas de cabras, caras, faunos; jarras con sagaces interpretaciones antropomórficas, vasijas con caprichosas formas y ornamentaciones, palomas modeladas a mano y figuras femeninas en variadas actitudes, homenaje a las clásicas tanagras.

Métodos conocidos, según las técnicas tradicionales en las que Picasso se documentó concienzudamente -no faltan las reminiscencias árabes y españolas- o aplicando fórmulas personales nacidas de su propia intuición.

El Círculo de Bellas Artes reúne una selección de 40 piezas de cerámica realizadas por el pintor entre 1947 y 1969. Las piezas, que se pueden ver en la Sala Goya hasta septiembre, proceden de la Colección Serra y del Es Baluard Museo de Arte Moderno y Contemporáneo de Palma de Mallorca.

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