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Secretos de despacho

Un espacio de cara a la galería en Teldat

Un despacho de cara a la galería. Ningún detalle se le ha escapado al presidente de la empresa de tecnología Teldat, Antonio García Marcos, al decorar la oficina que ocupa en el polígono industrial de Tres Cantos (Madrid). Tal es su obsesión que se muestra enfadado porque alguien ha roto la estética de algunas paredes con carteles que indican la salida. Tiene muy claro cual es su concepto del espacio de trabajo, en su caso, bañado en colores burdeos, tierras y blancos. 'Es como la casa en la que vivimos y tiene que ser bonita. La historia de las cosas es el contenido', señala este ejecutivo de verbo fácil, ingeniero de telecomunicaciones, nacido en Salamanca hace 51 años. Su preocupación por la armonía llega hasta el atuendo, incluidos los zapatos de Bally.

Las paredes están cubiertas de pintura contemporánea, un derroche de nombres que van desde Riera, Maillo, Fernández de Molina, Iñaki García Ergüin y Tomás Muñoz. Le gusta la pintura. De hecho tiene pensado que cuando se retire se convertirá en galerista. Confiesa que a pesar de sus desvelos no es un hombre de despacho. Todo lo contrario. Le gusta pasearse a su antojo por la oficina: comprobar de primera mano la investigación tecnológica que se realiza en Teldat.

Para recibir a las visitas y a los clientes utiliza el despacho oficial, el inmaculado; para trabajar tiene otro más pequeño, repleto de papeles y de vida. 'No me gusta mezclar lo que es el trabajo de cara a los clientes, cuando tienes que vender, con el trabajo del día a día'.

'Exijo a la gente que me pida más trabajo, no más descanso. Las empresas se construyen con trabajo'

García Marcos, hermano de la ex concejala socialista por Marbella Isabel García Marcos, ahora teniente alcalde, reconoce que un ejecutivo de una empresa tecnológica no es distinto al de otra compañía de un sector industrial, y que ha de ser una persona abierta al entorno, muy focalizado al cliente y ordenado en cuanto a la gestión de la compañía. Sin embargo, explica que él no reúne esas cualidades, salvo el enfoque al cliente. Tiene alma de comercial. 'Soy más un vendedor que un directivo. Me encargo de impulsar iniciativas, de dar pequeños golpes de timón. Sé que es contractual en nuestra sociedad, pero me encanta decir que soy un vendedor'. Añade que en España 'está mal visto vender'. En su opinión, los profesionales cuando acaban la carrera y entran a trabajar en una compañía, normalmente en el área comercial, ocultan que se dedican a ello. 'Salarialmente está reconocido, pero socialmente no está bien visto'. Compara el oficio de vendedor con el toreo, 'hay distintas formas de interpretar ese arte'. Conoce los secretos para realizar una venta. 'Se requiere soltura, oficio y confianza. Que no parezca que se está dando la paliza al cliente'.

Se define como un directivo transparente, nada maniático, si acaso perfeccionista. 'Me gusta compartir ilusiones y problemas. Soy una persona muy entusiasta que cree siempre que va a ser capaz de conseguir lo que se propone', afirma.

García Marcos no tiene horarios. Más que preguntarle cuánto tiempo trabaja, apunta que lo correcto sería preguntarle cuándo descansa. 'A ratos, pero siempre hay un hueco para pasarlo con la familia o con los amigos. Me cuesta desconectar porque sin querer en mi tiempo de ocio sigo trabajando'. Lo mismo exige a los que trabajan a su lado. 'Exijo a la gente que me pida más trabajo, no más descanso. Ahí soy bastante contractual. Las empresas se construyen con el trabajo', afirma. Antes de ser presidente de Teldat, compañía que fundó en 1985 y en la que trabajan 150 personas, se dedicó durante cuatro años a la docencia y a la investigación en la Escuela Superior de Telecomunicación de la Universidad Politécnica de Madrid. Tras su colaboración técnica en varias empresas, ocupó el cargo de director adjunto de la compañía Pahldata. Es miembro de la Cámara de Comercio Americana en España.

Una cámara centenaria en homenaje al padre

El arte le viene de familia. El padre de Antonio García Marcos era fotógrafo y también le gustaba la pintura. Como recuerdo de la profesión paterna guarda como un tesoro una máquina fotográfica con más de un siglo de vida. 'Le tengo mucho cariño porque me recuerda a mi padre, que era un apasionado de su oficio'.Su interés artístico llega hasta la pantalla del televisor, que se sostiene sobre una escultura metálica con forma de silla realizada con hierro y goma.Es aficionado desde pequeño a los toros, incluso tiene varias esculturas de morlacos y libros sobre tauromaquia repartidos por el despacho. Le gusta el atletismo, leer y viajar a algún país extraño. Asegura que le preocupa la historia de la humanidad. Pero, asegura, que el ocio no da buenas ideas. 'Las mejores iniciativas surgen cuando estás trabajando con los colaboradores y con los clientes. Nunca surgen cuando estás de vacaciones', dice convencido.

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