El juez aprueba el plan para levantar la suspensión de pagos de Enron
El plan de salida de la suspensión de pagos de Enron fue aprobado ayer por el juez a cargo del caso. La empresa, una sombra de lo que fue, ha tardado dos años y medio en poner su casa en orden tras el escándalo.
Enron obtuvo ayer la luz verde del juez Arthur González para proceder con el plan que le sacará de una de las mayores suspensiones de pagos de la historia de EE UU y desde luego la más escandalosa. No estaba previsto que fuera de otra manera porque tras un largo proceso de negociación con los acreedores éstos habían aprobado las condiciones previamente.
El plan de reorganización de la compañía, que perderá su nombre en el proceso, tiene como meta pagar a los casi 20.000 acreedores 12.000 millones de dólares de los 63.000 millones que se les adeuda.
Este dinero se obtendrá fundamentalmente de la venta de activos. Pero no todo lo que se abone a los acreedores será líquido ya que la compañía, presidida interinamente por Stephen Cooper ha asumido que una de las tres empresas en las que se ha reestructurado Enron y están a la venta, no será adquirida por lo que se repartirán sus acciones. Se trata de Prisma, una sociedad que agrupa varios gasoductos y activos eléctricos en 14 países de Latinoamérica.
Las otras dos empresas CrossCountry Energy, que agrupa activos y gasoductos en EE UU, y Portland General Electric, que es, esencialmente, una empresa eléctrica de la costa noroeste del país. Enron tiene ofertas para la compra de estas dos empresas que sumarían unos 4.500 millones de dólares. Esta cantidad aumentaría hasta 11.000 millones de dólares la liquidez de la que fue la séptima compañía del país hasta que el escándalo la sumió en la suspensión de pagos.
Pero si algunas de las ventas, cuyas negociaciones están ya adelantadas, se vienen abajo antes de que se cierren en el tercer trimestre del año, los acreedores recibirían menos dinero aún.
En los casi dos años y medio que ha pasado bajo supervisión judicial la empresa se ha deshecho de otros tantos activos como los servicios de compraventa de energía y los de banda ancha para comunicaciones entre otros. De hecho, la gran Enron ya no es más que una sombra de lo que fue.
Su plantilla ha pasado de 32.000 empleados antes de la suspensión de pagos a 10.300, en su sede de Houston (Tejas) trabajan ahora apenas 1.100 personas de las más de 7.000 que ocupaban las oficinas. Hasta 30 de ellos, están respondiendo ante la justicia de acusaciones de fraude. El último en pasar esposado por los tribunales fue su presidente y último consejero delegado, Ken Lay, quien se defiende esgrimiendo que ignoraba todo cuanto pasaba en aquella casa y echando la culpa a sus colaboradores.