Globalizar las reglas de juego
Hablar, en plural, de los mercados financieros internacionales resulta hoy en día casi obsoleto. La libertad en los movimientos de capital ha unificado los mercados mundiales y los agentes que operan en cada una de las plazas son prácticamente los mismos. Sin embargo, las plataformas y los sistemas de intercambio de dinero siguen siendo múltiples. Es decir, que los mismos jugadores tienen que funcionar con reglas de juego que difieren sustancialmente de un sitio a otro. Y, dado que al dinero no le gustan las normas, tiene preferencia por aquellas áreas con menores requisitos de regulación, llámense paraísos fiscales, jurisdicciones infrarreguladas o zonas off shore. Incluso, sin salir de los principales mercados, la dispersión de normas es de poca ayuda para la citada igualdad de reglas del juego.
Tal como señala el presidente de Iosco, la asociación mundial de reguladores de mercados de valores, en una entrevista con este diario, la fijación de normas estrictas, la progresiva estandarización de estas reglas del juego y la estrecha coordinación entre los supervisores de los distintos mercados son esenciales para luchar contra el fraude.
La tarea supervisora se ha visto reforzada en los últimos años como consecuencia de la última oleada de escándalos financieros. Una crisis que sirvió de dolorosa purga a los males del sistema financiero. Sería deseable que la experiencia de empresas como Enron, Worldcom o Parmalat redundase no sólo en la oleada legislativa de los últimos años, sino también en una coordinación internacional sostenida para combatir el fraude y acabar con los 'agujeros del sistema' que persisten en las zonas menos reguladas.
España se ha comprometido con este proyecto al acoger la sede mundial de Iosco, y al Ministerio de Exteriores no le dolieron prendas al cederle a Iosco un majestuoso edificio. Probablemente sea un sacrificio que merezca la pena.