Los críticos a las reformas del buen gobierno en EE UU se anotan un tanto
El presidente de la SEC, William Donaldson, lo admitió la semana pasada en una entrevista con The New York Times. No hay consenso en la cúpula del regulador del mercado para sacar adelante una reglamentación que permita a grupos de accionistas nominar consejeros independientes al frente de las empresas.
Esta división es la primera victoria de los críticos al alcance de las reformas del gobierno de las empresas, una crítica que cada vez gana más seguidores, al tiempo que se enfrían los recuerdos que desataron la desconfianza empresarial. Estos críticos ya han hecho de la ley Sarbanes Oxley el blanco de muchos de sus comentarios en contra.
Esta propuesta, que ahora Donaldson duda que se apruebe a tiempo para el próximo año fiscal, ganó fuerza y notoriedad al coincidir su anuncio con la junta de Disney en la que los accionistas hicieron una práctica moción de censura a su presidente y consejero delegado, Michael Eisner. Si entonces esta propuesta hubiera estado en vigor, la cúpula de Disney no sería hoy la misma.
Las perspectivas de que esta regla saliera adelante puso en pie de guerra a las asociaciones empresariales, especialmente la Business Roundtable, que criticaron que grandes grupos de accionistas con una agenda particular pudieran, a la postre, hacerse con el control de la empresa a través de los consejeros que nombraban. El propio Donaldson que era uno de los más fieles defensores de esta norma ahora, ha matizado su apoyo y es uno de los que creen que han de modificarse el detalle de algunas de las provisiones inicialmente propuestas.
Pese a esta falta de consenso en esta legislación, Donaldson se muestra optimista con respecto a otra de las reglas a las que la SEC quiere empezar a dar forma este mismo verano. Se trata de una serie de normas que obligarán a los hedge funds (fondos de alto riesgo) a estar registrados en la SEC. El periodo de alegaciones para la regulación de este sector comienza en dos semanas.
Fondos de alto riesgo
La obligatoriedad de registro para los fondos de alto riesgo, que tienen un billón de dólares en activos, ha aunado ya a muchos detractores. Uno de ellos es Alan Greenspan que teme que con las regulaciones se ralentice el crecimiento de esta industria.