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El sector privado estrena los viajes espaciales en avión

La iniciativa privada cruzó ayer las fronteras del espacio por primera vez. Fue un momento breve, como todos los primeros pasos, pero fue historia.

A los mandos de un novedoso aparato, el SpaceShipOne, Mike Melvill, un piloto de pruebas de 62 años, llegó a los 100 kilómetros de altitud que marca la barrera oficial de lo que es el espacio exterior y volvió a la Tierra.

El vuelo, propulsado por un avión llamado White Night, comenzó en un aeropuerto privado del desierto de Mojave (California) a las 6.45 de la mañana hora local (15.45 en España). Cuando alcanzaba los 15 kilómetros de altitud, Melvill encendió los motores del SpaceShipOne y se despidió del propulsor para franquear levemente las fronteras del espacio, a las que llegó con una velocidad tres veces superior a la del sonido. Luego, volvió planeando al árido destino que abandonó para tocar tierra a las 8.15 entre los aplausos de las miles de personas que presenciaban el acontecimiento.

El creador del 'SpaceShipOne' va a presentar a su mecenas un proyecto para crear un ferry que lleve a una docena de turistas al espacio

Entre ellos, dos de los padrinos del vuelo. Burt Rutan, de 61 años, el visionario de la aviación que ha concebido este proyecto desde su empresa Scaled Composites (encargada del diseño y la construcción del aparato), y Paul G. Allen, el cofundador de Microsoft con Bill Gates, que lo ha financiado con algo más de 20 millones de dólares.

Allen, que ha tenido más de un revés en sus inversiones en los últimos años, especialmente tras la explosión de la burbuja tecnológica, ha mantenido la fe en Rutan, un hombre que vive para la aeronáutica y que ya en 1986 diseñó el avión Voyager, que voló alrededor del mundo sin necesidad de repostar.

A corto plazo, Rutan tiene como objetivo completar este primer reto y ganar el Premio Ansari X, creado por la X Prize Foundation para animar estas misiones que pueden permitir que los ciudadanos viajen al espacio. Para ello debe repetir el vuelo en dos semanas y, si es un éxito, se embolsará 10 millones de dólares.

Pero Rutan no se para ahí. A largo plazo lo que quiere es que este avión, que puede llevar a tres personas, sea el inicio de los vuelos turísticos al espacio. En una reciente entrevista a The Washington Post aseguraba que 'en 12 o 15 años tendremos turismo al espacio suborbital que pueda costar lo mismo que un crucero de lujo actualmente'. 'Pronto seremos capaces de pasar las vacaciones en órbita'.

Mas allá de ganar el premio, lo que quiere Rutan es demostrar a las firmas privadas que éste es un negocio y 'multimillonario', y dice que para fin de año espera presentar a sus mecenas Allen un proyecto para ferrys espaciales que pueda mandar a 6 o 12 turistas al espacio y traerles de vuelta.

Rutan cree, además, que de la forma en que trabaja su empresa puede hacerse de una forma barata, como demostró ayer. No es que 20 millones sean poco, pero, según este empresario, la NASA se gasta eso sólo en hacer el estudio de viabilidad del proyecto. 'Nunca vamos a tener un sistema de transporte al espacio si se lo dejamos al Gobierno', asegura este empresario.

Las palabras del inspirador de este vuelo enteramente privado al espacio se producen poco después de que una comisión de estudio formada por George Bush haya emitido un informe en el que se propone un cambio radical en la forma en que opera la NASA y, además, sugiere que se cree un premio de 1.000 millones de dólares a la primera organización que ponga humanos en la Luna y los mantenga un tiempo antes de devolverlos a la Tierra. Puede que Rutan ya sueñe con las bases de este concurso sin convocar.

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