Más biomasa, más tablero
Medio ambiente y rentabilidad no son enemigos irreconciliables. La producción de tablero aglomerado ha crecido más de un 60% en diez años, con el incremento de consumo de madera que esto conlleva, casi siete millones de metros cúbicos en 2003 y, en paralelo, nuestras masas forestales siguen aumentando. La superficie forestal asciende a más de 26 millones de hectáreas, de las cuales 15 millones son arboladas, un 10% más que hace tan solo diez años.
El sector del tablero ha tenido que acometer multimillonarias inversiones para poder utilizar como materia prima los restos de la industria forestal y la madera reciclada procedente de vertederos urbanos, en sustitución de la madera en rollo, cuyo volumen de cortas, insuficiente para el conjunto de la industria, se ha estancado en los últimos años. Se aprovecha tan sólo el 40% de la posibilidad que nos ofrece el monte, lejos de la media europea, que sobrepasa el 60%.
El sector del tablero es el más importante generador de energía térmica a partir de biomasa. En la actualidad se producen más de 500 MWh térmicos, lo que evidencia su apoyo a esta energía renovable. Pero lo que se quema es, exclusivamente, lo que no puede utilizarse para otro fin. Pero ¿qué es realmente biomasa?
La nueva legislación no es aceptable desde un punto de vista ecológico, porque la biomasa definida en el grupo b.8 del nuevo Real Decreto 436 no es realmente biomasa, al ser utilizable como materia prima, que no debe ser destruida, dando así cumplimiento al principio ecológico de 3R+V (reducir, reutilizar y reciclar y, sólo cuando esto no sea posible, valorizar). Porque cada tonelada de tablero fabricado retiene una tonelada de CO2, contribuyendo a la reducción del efecto invernadero. Es pues una actividad limpia, de respeto al medio ambiente, la que lleva a cabo el sector del tablero.
El escaso desarrollo de las centrales se ha debido fundamentalmente a la falta de biomasa. Si no se intensifican los trabajos selvícolas (y los cultivos energéticos), que generen biomasa, no habrá desarrollo posible, porque no es sólo que su precio sea prohibitivo, por su escasez, sino que su extracción del monte no es rentable si no se subvenciona esta tarea.
No es incrementando las primas a la producción de energía como debe potenciarse, sino dedicando estos recursos a financiar los tratamientos selvícolas que generen biomasa suficiente para todos, evitando así la competencia desleal que penaliza al sector del tablero y contribuyendo a una reducción de los incendios forestales y a la mejora del medio ambiente.
Los países con menos recursos forestales, como España, que olvidaron que este tema afecta a la propia viabilidad de las empresas del tablero, lo han pagado con la crisis del sector y la desaparición de numerosas empresas. Miles de puestos de trabajo, miles de millones de inversión y, sobre todo, el medio ambiente están en juego. Todavía estamos a tiempo.