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Los derivados sobre el clima entran hasta en los bares

Mark Gilbert / Alejandro Barbajosa (Bloomberg)

En el verano de 2001, Dieter Worms sólo pudo quedarse sentado mientras la lluvia alejaba a los jugadores de su club de golf Gut Apeldor en Hennstedt, 100 kilómetros al norte de la ciudad alemana de Hamburgo. 'El tiempo en 2001 fue horrible', dice Worms. En 2002 decidió evitar una nueva frustración con la compra de derivados meteorológicos de Société Générale. Worms vio que podía hacer frente a unos 50 días lluviosos entre mayo y septiembre. Cuando el número de días con más de un milímetro cúbico de lluvia sobrepasada los 50, el contrato de derivados comenzaba a compensar por cada día de agua.

La asociación comercial de Washington Weather Risk Management ha mostrado que la cifra de contratos de gestión de riesgo meteorológico firmados en todo el mundo casi se triplicó hasta unos 12.000 en los 12 meses que finalizaron en marzo de 2003, con respecto al mismo periodo del ejercicio anterior. Los contratos tenían un valor subyacente de unos 3.500 millones de euros. En Europa, la cifra de contratos casi se duplicó hasta 1.480, desde 765. Los derivados son obligaciones financieras cuyo valor se deriva generalmente de valores de deuda o renta fija, materias primas, divisas u otros activos. Los derivados del tiempo por lo general están ligados a un índice que mide un aspecto del clima, como la temperatura o las precipitaciones, y los compradores pagan una prima anual de entre el 5% y el 20% de la cantidad asegurada.

El atractivo de la cobertura contra las condiciones meteorológicas está aumentando. Si hace demasiado frío para dar martillazos y serrar madera al aire libre, los obreros holandeses no pueden trabajar. Así que la aseguradora SFB Groep, con sede en Amsterdam, está en su tercer año de contratos de derivados del tiempo, que pagan una compensación diaria cuando la temperatura entre las 7 y las 10 de la mañana en el aeropuerto Schiphol de Amsterdam cae por debajo de cero grados más de 19 días en invierno.

El colapso de Enron perjudicó al mercado de productos del tiempo, pero las empresas están dispuestas a pagar por protección frente a los fenómenos atmosféricos

Y si hace mal tiempo, es menos probable que la gente salga a tomar una copa con sus compañeros después del trabajo. Así que la cadena de bares británica Corney & Barrow Wine Bars compró un derivado meteorológico que pagaba 22.000 euros por cada jueves y viernes que la temperatura no alcanzó los 24 grados centígrados en el verano de 2001. El crecimiento del mercado de derivados meteorológicos podría haberse producido antes si Enron no se hubiese declarado en bancarrota en 2001, dice Maria Veicht, de HVB Group en Múnich. La compañía de energía estadounidense fue pionera en intentar persuadir a las empresas de que utilicen derivados para proteger sus ganancias del tiempo, y sus bien conocidas complicaciones financieras perjudicaron al sector de los derivados del clima. 'El colapso de Enron perjudicó al mercado de productos del tiempo', dijo Veicht. 'Todo el mundo pensaba que los derivados del tiempo eran algo extraño a pesar de que eran principalmente para proteger, no para especular'. Ahora, dice Veicht, las empresas están dispuestas a comprar protección frente a los elementos.

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