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Cumbre de Bruselas

Europa ya tiene Constitución

Europa tiene Constitución. Los Veinticinco países de la Unión Europea zanjaron ayer sus diferencias sobre un texto que comenzaron a preparar hace tres años y medio. Para el Gobierno español, satisfecho con el acuerdo, el nuevo Tratado debe ser el principio, y no la meta, de un proceso de integración política europea.

Los líderes comunitarios, baqueteados por las últimas elecciones al Parlamento Europeo, se dieron ayer un baño de optimismo al cerrar por fin el acuerdo sobre la primera Constitución de alcance continental. En el camino se ha quedado gran parte de la ambición integradora que los líderes europeos plasmaron en la Declaración de Laeken (diciembre del año 2001) al iniciar la senda constitucional y del espíritu federalista que impregnó el primer proyecto salido de la Convención (junio de 2003).

Pero al menos la Unión se dota de un Tratado con vocación de regular la vida comunitaria durante 50 años, frente a los dos maltrechos tratados (el de Amsterdam y el de Niza) que se han aprobado durante los últimos siete años.

'La Constitución es diferente', afirma el primer ministro irlandés, Bertie Ahern, 'porque define en qué consiste Europa'. El siguiente desafío existencial para la Unión se llama Turquía, país al que probablemente se reconocerá a finales de este año el derecho a comenzar negociaciones para la adhesión.

Aplazada la decisión sobre la presidencia de la Comisión Europea

La maestría negociadora de Ahern, que preside la Unión Europea durante este semestre, ha permitido superar en sólo tres meses las diferencias que resultaron insalvables para la presidencia de Silvio Berlusconi. Es cierto, en descargo del italiano, que tras el fracaso de la cumbre de diciembre las circunstancias políticas han cambiado en dos de los países que impidieron el acuerdo.

En España, el vuelco electoral del 14 de marzo se llevó por delante el apego del Partido Popular al Tratado de Niza; y en Polonia, el Gobierno socialdemócrata, castigado electoral y parlamentariamente, no podía bloquear en solitario frente a 24 socios dispuestos a pactar.

Aún así, la sesión de negociaciones de ayer comenzó con malos augurios, como explicó Alberto Navarro, secretario de Estado para Asuntos Europeos. 'La cena de la noche anterior donde se intentó, sin éxito, designar un nuevo presidente de la Comisión Europea terminó en un ambiente muy malo que pesaba al reanudar las negociaciones sobre la Constitución por la mañana siguiente'. La decisión sobre quién relevará a Romano Prodi resultó finalmente aplazada.

El punto álgido de la negociación se alcanzó poco antes del mediodía de ayer, cuando la rebelión de los países pequeños contra el sistema de voto propuesto por la presidencia irlandesa tomaba un cariz amenazante. El primer ministro checo, Vladimir Spidla, se convertía en estandarte de las reivindicaciones de los 13 estados menos poblados de la Unión, partidarios de elevar el número de socios necesarios para aprobar una decisión en el futuro.

Al final, se impuso el consenso respecto a la fórmula irlandesa (55% de Estados, siempre que representen al 65% de la población). Un acuerdo que cumple las expectativas de la delegación española. España también se muestra satisfecha con el acuerdo para redistribuir antes de 2009 la presencia nacional en el Parlamento Europeo, con lo que espera recuperar entre 4 y 5 escaños (en Niza perdió 14).

La Constitución creará en 2009 la figura de presidente permanente de la Unión Europea e incorpora la carta de Derechos Fundamentales de la UE.

55/65, fórmula de voto ganadora

Siete años ha tardado la UE en dar con la fórmula de voto que cumpla unos criterios mínimos de eficacia y legitimidad. Ayer se pactó que la aprobación de medidas en el consejo de Ministros requerirá el voto favorable del 55% de los Estados pero siempre que representen al 65% de la población.La búsqueda comenzó en 1997, cuando por primera vez se planteó la posibilidad de ligar el peso de cada Estado miembro a su población. A finales de 2000, en Niza, Francia bloquearía ese sistema porque hubiera supuesto el fin de su paridad con Alemania. Poco después, acuciada quizá por la inminente ampliación de la UE a 25 miembros (17 con menos de 10 millones de habitantes) Francia aceptaba el sistema, pero el Gobierno de José María Aznar se negaba. El vuelvo electoral en España abrió el camino al acuerdo. El nuevo Gobierno ha refinado el sistema con una salvaguarda (para bloquear una decisión harán falta al menos cuatro socios) que, a su juicio, otorga a España un poder suficiente.

Claridad para conectar con el ciudadano

Los líderes europeos, unánimemente, expresaron ayer por escrito 'su preocupación por la baja participación en las elecciones al Parlamento Europeo de la semana pasada' y reconocieron 'la necesidad de sensibilizar a los ciudadanos europeos sobre la importancia que tiene la labor de la UE'.La Constitución es un primer paso en esa dirección, pero todavía incompleto. El texto adolece de la falta de claridad a la que son proclives las instituciones comunitarias y de los inevitables tecnicismos jurídicos acumulados durante casi 50 años de tratados. Pero contiene artículos tan claros como el que establece que 'la Unión se funda sobre los valores de respeto a la dignidad humana, la libertad, la igualdad, el Estado de derecho y el respeto a los derechos humanos'.'Este Tratado es mucho más claro, más aceptable que otros anteriores', elogia el primer ministro irlandés y presidente de la UE, Bertie Ahern.Por primera vez, la Constitución da rango oficial a los símbolos visibles de la Unión: el himno a la alegría de Beethoven, las 12 estrellas sobre fondo azul de la bandera, el 9 de mayo como fiesta europea y el euro como la divisa continental. El pueblo, al menos en 10 países, juzgará en referéndum la validez de estas aportaciones.

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