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Bruselas

Los 25 confían en poder cerrar hoy el acuerdo sobre la Constitución

La presidencia de la UE, ocupada este semestre por Irlanda, pasaba la noche en vela para presentar esta mañana una fórmula de reparto de poder que permita la aprobación de la Constitución europea. España mantiene intactas sus reivindicaciones (sobre el Consejo, el Parlamento y las lenguas oficiales), pero como el resto de países se muestra abierta al acuerdo.

La presidencia irlandesa refinará hoy los umbrales de población y número de Estados que serán necesarios en el futuro para que una medida se apruebe en el Consejo. Su última propuesta (55% de Estados y 65% de población) se aproxima 'bastante, bastante' a las tesis españolas, según reconocieron fuentes próximas al presidente del Gobierno José Luis Rodríguez Zapatero. Pero los países menos poblados exigen todavía una pequeña elevación del umbral de estados, reivindicación que, presumiblemente recogerá hoy la nueva propuesta irlandesa.

España, aseguraron las mismas fuentes, 'piensa defender hasta el final su propuesta: mayoría de estados más 1 y dos tercios de la población'. Pero en los pasillos cercanos a la negociación se daba por aceptable para todas las partes, salvo los países pequeños, el umbral de población.

El canciller alemán, Gerhard Schröder, dio su apoyo a la fórmula irlandesa (55/65) y el presidente de la República francesa, Jacques Chirac, corroboraba lacónico. 'Coincido con todo lo que ha dicho Gerhard'.

Zapatero confirma en Bruselas que defenderá sus propuestas sin recurrir a la 'amenaza de veto'

'Todavía quedan dificultades, pero la atmósfera es positiva', diagnosticaba tras esta primera sesión negociadora el primer ministro irlandés, Brete Ahern. 'Hay un acuerdo de principios sobre la aceptación del voto por doble mayoría'.

La primera cumbre con 25 socios necesitó apenas tres horas para sentar las bases de un acuerdo que, según todos los pronósticos, se rematará hoy mismo. Aparte del reparto de poder, ninguno de los asuntos pendientes (reconocimiento de la herencia religiosa en el preámbulo de la Constitución, poderes de la Comisión en la aplicación del Pacto de Estabilidad) presenta el calibre necesario como para convertirse en un obstáculo insalvable.

Los Veinticinco, sin embargo, cenaban anoche con un punto en la agenda potencialmente explosivo: la elección del sucesor de Romano Prodi al frente de la Comisión Europea. Las discrepancias sobre los candidatos disponibles pueden enturbiar el clima de la jornada final de negociaciones de la Constitución.

La presidencia irlandesa despejaba ayer otros problemas institucionales, como el numero de comisarios y el reparto de escaños en el Parlamento. Los Veinticinco, sobre todo los países más pequeños, parecen resignados a renunciar a partir de 2014 a la presencia de un representante nacional en la Comisión Europea. A cambio, los países más grandes aceptarían una rotación igualitaria para la presencia en una Comisión de 18 miembros (cada país estaría fuera en uno de cada tres mandatos de la Comisión).

Los países pequeños también han logrado que se eleve a seis el número mínimo de escaños en el Parlamento Europeo. Zapatero, por su parte, exige el compromiso por escrito de que en 2009 se amortigüe la enorme cantidad de escaños (un 22%) que España sacrificó en Niza para obtener más peso en el Consejo de Ministros. A los 50 europarlamentarios que concede ese Tratado, el Gobierno espera añadir 'entre tres y cinco escaños', según fuentes españolas.

Sin amenazas

El presidente del Gobierno llegó a su primera cumbre comunitaria con el firme propósito 'de que salga adelante la Constitución', según explicó en el vuelo de Madrid a Bruselas a sus propios colaboradores. 'Una Constitución en la que todos los Estados se sientan a gusto y que respete los equilibrios entre los socios e instituciones'.

Zapatero explicó a su homólogo polaco, Marek Belka, la nueva posición española, que abandona definitivamente el Tratado de Niza al que se aferraban en diciembre Madrid y Varsovia. El Gobierno polaco, muy debilitado por las crisis internas, parece resignado al cambio.

España, además, se muestra dispuesta a defender sus reivindicaciones 'sin amenazas', sin recurrir al derecho de veto que los Gobiernos anteriores de José María Aznar y Leszek Miller blandieron en la frustrada cumbre de diciembre.

Polonia parece dispuesta a conformarse con reivindicar la inclusión de una referencia a la supuesta herencia cristiana de la UE en el preámbulo de la Constitución, un reconocimiento apoyado por la Italia de Silvio Berlusconi y rechazado, sobre todo, por Francia y Bélgica.

Pacto de Estabilidad

Alemania y Holanda también mantienen su pulso particular sobre las referencias en la Constitución al Pacto de Estabilidad y Crecimiento. Berlín se niega a ampliar los poderes de la Comisión Europea en los procedimientos disciplinarios contra los países cuyo déficit público supera el 3% del Producto Interior Bruto (coyuntura, por otra parte, en la que se encuentra Alemania desde hace dos años). El canciller Schröder dejó ayer claro en su intervención a puerta cerrada que se trataba de un asunto innegociable para Alemania.

El proyecto de Constitución preveía otorgar nuevos poderes disciplinarios a la Comisión Europea, para que sus expedientes disciplinarios sólo pudieran congelarse con el voto unánime de los socios comunitarios. Holanda defiende esa opción, en linea con su apoyo beligerante a la Comisión cuando París y Berlín decidieron en noviembre del año pasado desactivar el Pacto.

'Sigue habiendo ciertas diferencias', reconoció Ahern. 'Pero no creo que sean insalvables'. Para el consumado negociador irlandés, las diferencias entre Alemania y Holanda giran más en torno al 'énfasis' que se ponga en la estabilidad presupuestaria o en el crecimiento, más que a diferencias de fondo.

Parece improbable, en efecto, que esta disputa pueda frustrar tres años de trabajo en el proyecto constitucional.

La difícil búsqueda de un presidente de la CE

Con un secretismo más propio de un cónclave papal que de una organización de Estados democráticos como la Unión Europea, los Veinticinco líderes comunitarios deliberaban anoche, al cierre de esta edición, sobre el futuro presidente de la Comisión Europea. El presidente de turno de la UE, el irlandés Bertie Ahern, presentó a sus homólogos durante una cena de trabajo el nombre del candidato que, tras una exhaustiva ronda de consultas, ha merecido a su juicio el apoyo mayoritario de los Veinticinco. Ahern se negó a desvelar con antelación un nombre que casi unánimemente se identifica como Guy Verhofstadt, el actual primer ministro belga. Varios miembros del Consejo Europeo, entre ellos el británico Tony Blair, se resisten al nombramiento del liberal belga, al que se considera demasiado sensible a las presiones franco-alemanas. 'Sería un buen presidente', reiteró ayer el presidente francés, Jacques Chirac. El Partido Popular Europeo, mayoritario en el Parlamento Europeo, ha amenazado con frenar su investidura si finalmente era elegido.

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