Las películas, de internet al televisor
La industria informática ha ganado la primera batalla del vídeo doméstico. El sistema DVD nació gracias a la investigación de las firmas de imagen y sonido. Es decir, gracias a empresas como Philips, Sony, Panasonic o Pioneer. Compañías multinacionales especializadas en la llamada 'electrónica de consumo'. Sin embargo, ocho años después del lanzamiento del DVD, los informáticos han tomado el relevo. Unas compañías pequeñas y emergentes que llegan para competir atropelladamente con todos y con todo.
Su clave es fabricar electrónica barata y adaptada a las últimas demandas del aficionado. Son empresas que fabrican en Asia. Y, lo mismo comercializan lo último en DVD, que un monitor de ordenador, un equipo de música de bolsillo o un lápiz con memoria de estado sólido.
Con los reproductores DVD, siguen el camino que emprendieron en los últimos 90 los impulsores de los equipos portátiles MP3. Entonces, los internautas empezaban a intercambiar música en internet en el famoso formato MP3. Unas canciones que sólo se podían escuchar en los altavoces del ordenador. Las compañías de electrónica de consumo, entonces, no se interesaron por este fenómeno y dejaron vía libre a estas pequeñas compañías que, introdujeron todo tipo de equipos de sonido compatibles con los MP3.
El fenómeno se repite años después. La entrada explosiva de sistemas de vídeo típicos de internet como el DivX ha pillado desprevenida a la industria de electrónica de consumo. Y, al final, son estas pequeñas compañías las que están haciendo su agosto en el mercado de los reproductores DVD para el televisor. Una de las claves que ha retraído a las multinacionales para introducir este formato DivX en sus reproductores, es que nació de forma independiente en la red y se está extendiendo su uso para intercambiar archivos entre los aficionados. Unos archivos de vídeo que, de forma mayoritaria, suelen incluir películas comerciales.
El aficionado, al usar este sistema de compresión de vídeo, puede bajarse a su ordenador una película en un tiempo más o menos razonable. El objetivo, después, será pasar la película a disco compacto para verla en el monitor del ordenador. Y todo lo hace sin pagar un euro a la industria del cine.
Quizás por este motivo está ocurriendo con el DivX algo parecido a lo que pasó en su día con la música comprimida en MP3: por una parte, los aficionados lo usan cada vez más y se interesan por productos compatibles. Por otra, las multinacionales de electrónica no contemplan la posibilidad de fabricar lectores compatibles porque tienen vínculos con la industria del cine.
Y eso es lo que buscan los aficionados. Unos equipos elegantes, económicos y capaces de reproducirlo todo. Unas máquinas que puedan leer, desde un compacto con las fotos digitales del último cumpleaños, pasando por un disco de música convencional, por un vídeo en formato internet y por un compacto cargado con canciones en MP3. Justo lo que ofrecen estos lectores de salón.
Pero además, los últimos reproductores también están preparados para satisfacer a los aficionados muy exigentes. Para conseguirlo, algunos incorporan sofisticados mecanismos de salida de vídeo como el formato progresivo o elevadísimos sistemas de sonido digital como el muestreado a 192 kHz y 24 bits. Son dispositivos muy exclusivos que interesan sólo a unos pocos, pero que dan una idea del nivel de refinamiento que se incorpora en algunos de estos lectores DVD.
La industria del cine se resiente
El lanzamiento de estos reproductores DVD de salón permiten que los discos compactos con películas de internet se vean también en la gran pantalla del televisor.El problema es que este intercambio de películas comerciales bajadas desde la red se hace sin pagar nada a nadie. Algo que ataca directamente a los intereses y beneficios de la industria del cine y es cuestionado legalmente, ya que se salta el pago de los derechos a los autores y productores.