La neutralidad en política monetaria
Algunos economistas de vieja escuela comentan que cuando los tipos de interés son superiores al crecimiento económico real se fomentan subidas de los precios de los activos por encima de lo que determinaría el equilibrio de oferta y demanda y las expectativas racionales sobre su rentabilidad. Algo que puede venir bien cuando de lo que se trata es de introducir inflación en los mercados de acciones, bonos o inmobiliario, pero que a medio plazo es una política, cuando menos, heterodoxa.
Bajo este prisma, la financiación al 1% que proporciona la Reserva Federal de Estados Unidos supone un incentivo de primer orden a la formación de burbujas financieras en una situación normal. Obviamente, durante la resaca de la crisis de 2000 la necesidad de un estímulo tanto para el gasto personal como para las cuentas empresariales y el sentimiento de los mercados hacía que las ventajas de tener los tipos bajos fuesen más poderosas que los inconvenientes. Ahora bien, en una economía que marcha, el estímulo indefinido tiene poco sentido y, de permanecer, haría un flaco favor a los inversores en Bolsa.
Si los tipos suben en la medida en que esperan los analistas más alcistas, acabarían el año en la zona del 2,5%. Una cifra aún inferior al crecimiento real. Por tanto, la política seguiría siendo estimulante.
En Europa, por el contrario, los tipos de interés en el 2% están aún por encima del crecimiento real. Será por eso que los expertos comentan que las acciones europeas cotizan a precios más atractivos que las del otro lado del Atlántico.