Las motos arrancan

El sector de vehículos de motor a dos ruedas ha sufrido su particular travesía del desierto. El mercado en el segmento de ciclomotores -menos de 50 centímetros cúbicos- se ha hundido entre 1999 y 2003, la fábrica madrileña de Piaggio ha cerrado y otras, como Suzuki en Gijón o Yamaha en Barcelona, están amenazadas por la deslocalización. Pero los datos de 2004 abren una puerta a la esperanza. Las ventas han vuelto a crecer y el sector está saliendo del punto muerto al que había llegado, entre otras razones, por el efecto disuasorio del alto coste de los seguros. A esta inflexión no es ajena la loable medida del Consorcio de Compensación, que ante las elevadas primas impuestas por las compañías para protegerse de la siniestralidad tomó cartas en el asunto y estableció la cobertura a un precio asumible por los usuarios. El sector privado puede, y debe, como es el caso, resolver sus problemas. Ese es el camino, y no el manido reclamo de ineficientes ayudas públicas. La Administración, sin descuidar la seguridad, lo que debe hacer es no poner trabas, como subir la edad para manejar ciclomotores o impedir que el carnet de coche sirva para moto.