Un inventor alemán le gana la partida al gigante Sony
La historia recuerda a la de David y Goliat. Durante más de 20 años, la multinacional japonesa Sony y el inventor alemán Andreas Pavel han mantenido una encarnizada disputa en los tribunales por la patente del famoso walkman.
Pese a que Sony comercializó el walkman como un invento de su fundador, Akio Morita, Pavel ha afirmado siempre que él diseñó el aparato dos años antes de que saliera al mercado. Según el semanario alemán Der Spiegel, ambas partes han llegado finalmente a un acuerdo privado por el que Pavel recibirá una compensación económica de Sony que podría ascender a varios millones de euros. La firma nipona no ha querido facilitar la cantidad, aunque sí ha confirmado la existencia del acuerdo.
El inventor germano ha tenido que esperar a la muerte de Morita -falleció hace cinco años- y prescindir del reconocimiento de los tribunales, pero, al menos, le queda la victoria moral y económica.
El experto en electrónica también se considera padre del reproductor de MP3 i Pod, de Apple
Todo comenzó en 1977, cuando Pavel patentó su stereobelt, un pequeño reproductor de casetes de extraordinaria semejanza con los primeros walkman. En julio de 1979 aparecía en el mercado el producto de Sony, del que hasta el momento se han vendido 210 millones de unidades, más varios cientos de millones de aparatos de otras marcas.
Pavel se dirigió a Sony para reclamar su parte del negocio, pero, tras años de insistencia, sólo logró del grupo japonés la insignificante suma de 75.000 euros. El inventor llevó entonces a la multinacional a los tribunales e inició una larga lucha. En el proceso, que comenzó en Londres en 1989, Sony contrató a 18 abogados para defender el buen nombre de la casa y el de su presidente. La firma japonesa insistió en haber desarrollado el walkman sin haber visto jamás el diseño de Pavel, pero nadie fue capaz de explicar las enormes similitudes con el stereobelt.
Al final, el tribunal reconocía que, formalmente, Sony violó el derecho de propiedad intelectual, pero concluyó que el walkman no era en realidad ningún invento, sino un fruto natural de la evolución gradual del sector tecnológico, por lo que la patente de Pavel carecía de validez. De nada sirvieron las declaraciones de expertos que afirmaron que, a comienzos de los ochenta, se tendía a fabricar aparatos de radio cada vez más grandes y no más pequeños. Cuando otro tribunal confirmó la sentencia en 1996, el inventor se encontraba en la ruina, pero aun así amenazó con seguir la lucha en Canadá e Italia, donde también tiene patentes de su stereobelt.
A comienzos de esta década, Sony cambió de estrategia e inició negociaciones extrajudiciales con Pavel. Ahora ya hay acuerdo. Pero, según Der Spiegel, la batalla de este inventor podría continuar. Pavel, que hoy vive en Milán, quiere recibir también una indemnización económica del consorcio informático Apple, pues su reproductor de MP3 iPod no es más que una evolución digital del walkman. Los fabricantes de teléfonos móviles con reproductor de audio también deberían empezar a temblar, pues, según la revista, Pavel patentó en EE UU en 1989 un curioso aparato mezcla de walkman y teléfono.