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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

El mensaje de la OPEP

Los países de la OPEP acordaron ayer elevar la producción en 2 millones de barriles diarios a partir de julio y en otros 500.000 barriles adicionales desde el 1 de agosto. Se trata del mayor incremento de la oferta desde 1997, en plena crisis de los países asiáticos, y tiene como objetivo frenar la espectacular escalada de precios de los últimos meses y responder a la petición expresa de los países del G-7.

Por lo pronto, el crudo brent volvió a cotizar ayer momentáneamente por debajo de los 36 dólares el barril. Pero los expertos avisan de que puede tratarse sólo de un espejismo. Primero, porque es un incremento por etapas que apenas cumple las expectativas del mercado. Además, el aumento de 500.000 barriles adicionales en agosto está supeditado a que los precios del petróleo sigan altos (y no está claro qué nivel de precios considera 'alto' la OPEP). La cuota total del cartel tras estos aumentos seguirá siendo inferior a la producción real del mes de abril. Y el mercado se está viendo afectado por otros factores, como el fuerte aumento de la demanda en países como EE UU y China, el temor a ataques terroristas contra los pozos de Oriente Próximo y las señales de que existe un cuello de botella en la capacidad mundial de refino. A ello se suma la sospecha de que operaciones de carácter especulativo están reforzando la cotización de manera artificial.

Más que el aumento de producción, lo que importa es el mensaje lanzado por la OPEP. En especial la determinación mostrada por Arabia Saudí a la hora de convencer a sus socios de que era preciso poner coto a la escalada de precios. Ryad no ha dudado en aumentar su oferta de manera unilateral para convencer a los miembros de la OPEP más reticentes a elevar la oferta, en especial Venezuela e Irán, rompiendo con ello las reglas propias del cartel. Pero habrá que esperar algún tiempo para ver si el mensaje es lo suficientemente rotundo y si la determinación a bajar los precios es duradera o fruto de presiones coyunturales. Entre ellas, las ejercidas por una Administración Bush en plena campaña para las elecciones de noviembre.

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