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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Controlar a los controladores

Las agencias de calificación financiera son otro de los elementos de control de las empresas cotizadas, al alertar de los riesgos en los que incurre una compañía a corto y largo plazo. Lamentablemente, los controles fallaron en casos como el de Parmalat. Y no sólo el de las agencias de calificación. También los de auditoría interna y externa, los de la propia sociedad, los de los analistas e inversores y, sobre todo, los del propio supervisor del mercado. La asociación internacional de reguladores de valores, Iosco por sus siglas en inglés, ha detectado la necesidad de un código de conducta para estas entidades que está preparando, y probablemente las principales agencias de calificación se adhieran a él.

No son comparables los eventuales fallos en la industria de la calificación financiera con la degradación que mostró, por ejemplo, la labor de la banca de inversión o de las empresas auditoras en casos como Enron. La magnitud de las irregularidades suele ser proporcional al incentivo a cometerlas, y este incentivo era muy grande para bancos o auditoras. Ahora bien, las agencias de rating no cumplieron al 100% su papel de Pepito Grillo. No se hicieron preguntas que deberían haberse hecho en el caso Parmalat.

Bienvenido sea, pues, el código de conducta que plantea Iosco. Sobre todo, porque huye del intervencionismo farragoso, y se limita a obligar a las agencias a ser transparentes y rigurosas en su metodología. Asimismo, el historial de calificaciones de cada empresa y los cambios en dichas calificaciones han de ser claros y estar a disposición de todos.

Más bienvenido es, no obstante, el hecho de que la asociación internacional de reguladores emprenda iniciativas de este tipo. La naturaleza global de las finanzas obliga a algún tipo de armonización a escala mundial no ya de las normas, sino de al menos unos requisitos mínimos de comportamiento. Sería deseable que Iosco, cuya sede está en Madrid, continúe trabajando para la coordinación de la lucha contra el fraude y la protección de los inversores.

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