Política de competencia, ¿hacia dónde cambiar?
Una sensación de desconcierto y perplejidad. De no tener un modelo claro y no saber cómo actuar y qué cambiar. A mediados de los noventa se generaron unas favorables expectativas sobre el positivo papel que la política de competencia en España podía jugar para impulsar y proteger la rivalidad en los mercados. La introducción de competencia en muchos negocios, la desaparición de los viejos monopolios y la liberalización de muchos sectores iban a ser las grandes fuerzas que propiciarían la modernización y mejora de la competitividad de la industria y los servicios en España. Los resultados serían inmediatos y muy visibles, favorables para los consumidores, que se encontrarían con precios más bajos, más variedad y oferta y mejores servicios, y también fructíferos para el tejido empresarial, que mejoraría en eficiencia y desarrollaría ventajas competitivas más sólidas y sostenibles.
Pero hoy los beneficios siguen sin percibirse con nitidez. Las diversas actuaciones de las autoridades de defensa de la competencia nos ofrecen un amplio abanico de casos, posiciones y sanciones; los servicios funerarios, colegios profesionales, espectáculos taurinos, polvorines, autoescuelas, vendedores de prensa, asociaciones de panaderos, y Repsol y Telefónica como guindas del pastel. Pero las razones y la consistencia que emergen de todo esto son, con mucha frecuencia, poco claras o estrechas de mira.
¿Realmente estas acciones sirven para promover un entorno empresarial e institucional más abierto y competitivo? ¿Son efectivas para disuadir a los principales actores económicos para que no desarrollen comportamientos oportunistas que perjudiquen el interés de los consumidores? ¿Son en estas actividades y sectores donde se encuentran las principales restricciones a la competencia?
La innovación de productos y servicios sólo emerge en entornos donde existe una fuerte rivalidad empresarial
Si proteger el bienestar de los consumidores observando los precios y evitando márgenes excesivos es, sin duda, importante, resulta necesario reconocer que los beneficios de la competencia son mucho más amplios y más esenciales para la sociedad.
El principal beneficio de la competencia es el de propiciar el cambio. Facilitar la innovación. La competencia introduce un estímulo esencial para mejorar y diferenciarse, dimensiones hoy esenciales para tener éxito en los mercados. La innovación de productos y servicios, así como de los procesos y sistemas de organización de las distintas actividades asociadas a la cadena de valor, sólo emergen en entornos donde existe una fuerte rivalidad empresarial.
Por tanto, la eficiencia dinámica es más ambiciosa e importante para la sociedad que la estática. Por eso, concentrar los objetivos de las autoridades de la competencia exclusivamente en limitar márgenes y beneficios y actuar sobre actividades que tienen un impacto muy reducido sobre el conjunto de la industria y la economía resulta miope. La rentabilidad empresarial es una señal muy positiva si refleja una mayor capacidad para crear valor para los consumidores y clientes y se fundamenta en significativas ventajas en tecnología y eficiencia, si se sostiene mediante la innovación y la búsqueda de caminos originales y propios. Las ventajas de asociar más claramente la política de la competencia con la innovación son claras. Se vincularía más estrechamente a esta política con la mejora de la capacidad de competir de las empresas de nuestra economía. Situaría las acciones para promover y proteger la innovación en línea con el objetivo del crecimiento de la productividad.
El impulso a la innovación, como guía de actuación, facilitaría, además, posicionar el debate en un espacio donde consumidores y empresas ganan y, no como hasta ahora, en un ámbito donde unos vencen a costa de los otros.
En definitiva, la discusión sobre la eficacia de la política de la competencia en España merece una reflexión y debate en profundidad, no sólo sobre los procedimientos y órganos de ejecución sino sobre los fundamentos mismos y objetivos centrales que la inspiran.