Las Bolsas, atemorizadas...
Lo que empezó como una simple corrección vista desde el mercado con un punto de complacencia se ha convertido en una racha bajista. En apenas un mes, la Bolsa española ha perdido alrededor del 10%, y en las últimas 10 sesiones las ventas se han acelerado, concentrando en poco tiempo varias de las peores sesiones del ejercicio. En la jornada de ayer, el mercado de valores ofreció síntomas preocupantes, como la elevada inestabilidad, la huida del capital hacia la renta fija o el fuerte retroceso del dólar. Con el paso de las horas y, sobre todo, con la apertura de Wall Street, las aguas se calmaron. El Ibex, con todo, cerró en el nivel más bajo de 2004 y, como la mayor parte de los principales índices mundiales, está en números rojos precisamente en el año que prometía ser de la recuperación económica.
El amplio abanico de causas susceptibles de explicar los retrocesos es, en sí, el principal factor de incertidumbre. No se trata sólo de que el petróleo esté en 38 dólares ni de que los tipos vayan a subir ni de la inestabilidad geopolítica. Es la suma de estos elementos estrechamente relacionados la que invita al inversor a vender. Teniendo en cuenta que las noticias positivas el mercado las da por hechas, es razonable pensar que hay más probabilidad de una sorpresa por lo negativo que por lo positivo. Así que toca vender.
Ahora bien, tanto el lunes 10 como ayer, la Bolsa perdió posiciones sin mediar noticias de especial calado. Porque, lamentablemente, el terrorismo en Oriente Próximo hace tiempo que ha dejado de sorprender a los inversores. Esta escasa correlación temporal entre la causa y el efecto sugiere que el mal momento de las Bolsas obedece, también, a factores puramente de mercado, esto es, a la consolidación que suele seguir a un proceso alcista.
Probablemente ambas explicaciones valgan. La Bolsa ha de digerir 12 meses de ganancias, pero esta digestión se hace mucho más pesada cuando se tienen demasiados frentes abiertos, tal y como ocurre en la situación actual.