Juan Menor, mercenario y resistente
El Gobierno socialista de José Luis Rodríguez Zapatero ha tenido una salida de pura sangre, pero conviene que el público siga atento la carrera en la recta de tribunas para estimularle de forma que no desmerezca con una llegada de percherón. Algunos datos de esa salida al galope de pura sangre pueden ser la decisión de que nuestras tropas en Irak regresen a casa o los nombramientos del presidente del Consejo de Estado Francisco Rubio Llorente, del Presidente del Centro de Investigaciones Sociológicas Fernando Vallespín o del embajador ante Naciones Unidas Juan Antonio Yáñez.
Otras promociones podrían evocar más bien la imagen del trotón, en principio inadecuado para el hipódromo. Son, por ejemplo, todas aquellas designaciones donde parece haber prevalecido en exclusiva el descanso que produce la confianza en el afín sin atender mayores exigencias, como es el caso del nuevo director del Centro Nacional de Inteligencia Alberto Saiz. Véase también la falta de respeto a la condición del puesto que revela poner al frente de la Guardia Civil a un general del Aire, Carlos Gómez Arruche, que debería haber pasado a la reserva.
En el capítulo inicial del desaliento público podrían mencionarse además algunas continuidades sorpresa, como la de Juan Menor en la dirección de TVE, donde ha sido confirmado por la nueva directora general del Ente, Carmen Caffarel.
En el capítulo inicial del desaliento público pueden mencionarse algunas continuidades sorpresa
La interpretación más avanzada señala que así como en ocasión de relevos anteriores en la presidencia del Gobierno la continuidad del Estado, más allá de las alternancias políticas acaecidas, parecía plasmarse en la inalterabilidad del Tribunal Constitucional o del Supremo o del Consejo del Banco de España o de la Junta de Jefes de Estado Mayor. Ahora, en nuestros días, se diría que tiene su piedra de toque en la confirmación de Juan Menor como director de TVE. Es como si el Gobierno entrante del socialista Zapatero le estuviera dando al Gobierno saliente del PP aznarí la garantía definitiva contra toda ruptura indeseada, de esas que amenazan la estabilidad del sistema compartido.
Juan Menor vendría a ser la prueba del nueve, por eso se defendió el miércoles de quienes critican su confirmación en el cargo. Dijo, según figura en las páginas de El País, que 'todos los profesionales tenemos algo de mercenarios, de resistentes' y añadió que 'desde la lealtad he mostrado mis discrepancias' con el equipo dirigido por José Antonio Sánchez. O sea, que a tenor de esta versión todos los profesionales tendrían dosis variables de mercenarios y de resistentes. Claro que en su caso la dosis de resistente ha debido ser más bien homeopática y en absoluto venenosa. Quién hubiera podido sospechar que en la dirección de TVE había empotrado un resistente de cuerpo entero, una especie de Nicodemus, aquel discípulo fiel pero oculto de Jesús que tan bien parado sale en el Evangelio.
Otros precedentes valiosos en esa línea de resistentes, de quintacolumnistas temerarios, que prepararon los caminos para terminar con la abyección podrían encontrarse en Manuel Gutiérrez Mellado, que trabajaba escaqueado desde dentro de Madrid para las fuerzas del llamado bando nacional que la cercaban a partir de octubre de 1936, o en Adolfo Suárez, que escondía bajo el uniforme del Movimiento Nacional toda la energía con la que procedió a desmontarlo sin que pudiera objetarse su denominación de origen en cuanto el Consejo del Reino le propuso como presidente en sustitución de Carlos Arias Navarro. Atentos, pues, a Juan Menor, nuevo adalid, que emprende ahora senderos de gloria sin importarle los riesgos de la toma de la colina de las hormigas, como se muestra en la incomparable película de Stanley Kubrick protagonizada por Kirk Douglas.
Mientras, los obispos critican la expansión de la telebasura en España, como si ellos fueran ajenos al negocio de los medios de comunicación, donde están presentes con máquinas para la siembra del odio como la COPE de la que nunca han hecho autocrítica alguna. ¿Qué broma es esta?