La penúltima regularización
El nuevo Gobierno ha dado pistas suficientes como para considerar que habrá, en las próximas semanas, un nuevo proceso de regularización extraordinaria de inmigrantes. Con este serán ya tres los procesos de este tipo abiertos en España en los últimos años para regularizar situaciones de hecho que no pueden mantenerse eternamente en la sombra. En los dos procesos anteriores se regularizó la situación de 378.000 extranjeros que trabajaban en España sin disponer de documentación, lo que popularmente se conoce como inmigrantes sin papeles. El proceso de ahora normalizaría situaciones indeseadas y, además, daría un impulso a las cifras de empleo, que en los últimos meses reflejaban una menor afluencia de extranjeros hacia la Seguridad Social.
Esta legalización de situaciones de hecho, sin embargo, esconde riesgos. En primer lugar, supone premiar de alguna manera a miles de inmigrantes que han bordeado la norma para entrar en el país y a los empresarios que han contratado a estos ciudadanos sin papeles. Y puede reactivar el temido efecto llamada, que consiste en que crece la llegada de inmigrantes sin papeles porque éstos asumen que, tarde o temprano, serán regularizados.
Sindicatos y patronal rechazan la regularización masiva de extranjeros y proponen mantener, aunque mejorado, el actual sistema de cupos cerrados de inmigrantes. Pero los cupos no han impedido que se instalen en España cientos de miles de ciudadanos que permanecen en la más absoluta sombra administrativa. Habrá que buscar fórmulas más eficaces para controlar los flujos migratorios. Y buena parte de las respuestas están fuera de nuestras fronteras, impulsando el desarrollo económico y político de los países de origen de estos inmigrantes. Una tarea a medio y largo plazo que no puede eludirse ni un minuto más.