Fusión a la francesa
La mejora del 14% en la oferta de Sanofi por Aventis -hasta 54.500 millones de euros- ha hecho que la operación, calificada de hostil a finales de enero, se transforme en amistosa. Las dos farmacéuticas francesas -aunque Aventis es en realidad francoalemana- van a crear un grupo líder en Europa y tercero del mundo, tras el estadounidense Pfizer y el británico-estadounidense Glaxosmithkline. No hay nada que objetar a que dos compañías se pongan de acuerdo en un precio y creen un gigante sectorial en la UE. Al contrario, es necesario que la Unión ampliada cuente con grupos industriales de peso en el mundo. Y mejor si son transnacionales. Pero, una vez más, hemos asistido a un insoportable alarde intervencionista para que la empresa se quedase en Francia. La guinda la puso el primer ministro, Jean-Pierre Raffarin. No sólo llegó a felicitarse en público por el acuerdo antes de que lo anunciasen las empresas, sino que defendió sus presiones porque 'Francia no quiere ser intervencionista para ella misma', sino 'participar en una dinámica europea'. Esa dinámica para crear campeones europeos debe imprimirla el mercado, no los Gobiernos.