Nuevas tareas para el FMI
En julio de 1944 se concibió la creación del FMI, una institución financiera multilateral con el objetivo de evitar que se repitieran episodios como la Gran Depresión de los años treinta, garantizar la estabilidad financiera mundial y asegurar el crecimiento económico.
A punto de celebrar el 60 aniversario de este acontecimiento, el papel inicial del Fondo se ha ido desdibujando y alterando por la vía de los hechos. Convertido en un gestor de crisis y aplicando con mayor o menor éxito recetas para paliarlas, además de conceder ayuda financiera, el FMI ha adoptado un, hasta ahora, muy ajeno papel de policía con respecto a la búsqueda y seguimiento de dinero negro y redes de financiación antiterrorista.
Esta labor de Interpol financiera no ha podido esperar a que se concreten las líneas maestras de renovación de los objetivos de esta institución aún en fase de estudio. Ya lo advertía con resignación una funcionaria al inicio de la cumbre de primavera celebrada este fin de semana: 'se está convirtiendo en pilar fundamental de la actividad del fondo por influencia de EE UU'.
Y al final de la cumbre se ha oficializado. El Comité Económico y Financiero del FMI, le confería a esta actividad el carácter de ' trabajo regular del fondo'. El ministro alemán Hans Eichel remachaba que la financiación del terrorismo y el lavado del dinero deben 'constituirse en puntos centrales del trabajo del FMI' y hacía ver la necesidad de que se definiera la metodología de trabajo y su coste.
También las prioridades del Banco Mundial, institución gemela del FMI, pasan por esta tarea. Su presidente, James Wolfensohn, no se queja pero recordó que aliviando la pobreza se combate el terrorismo. Wolfensohn dice tener la esperanza de que, con los buenos tiempos previstos para la economía, se atienda más a la pobreza, una cuestión desplazada del centro de atención por el 11-S y la crisis del primer mundo.