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Columna
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ZP, libertador

Pleno del Congreso de los Diputados. Sesión de investidura. Primera intervención del candidato propuesto por el Rey, el líder socialista José Luis Rodríguez Zapatero, para solicitar la confianza de la Cámara. Habla con un tono conciliador. Mantiene un tono de respeto. Garantiza que siempre considerará legítima la discrepancia. Pasa de puntillas sobre el legado del Gobierno Aznar. Evita cualquier ademán de desquite a pesar de tantas y tan graves descalificaciones como ha recibido a lo largo de los últimos cuatro años. Reconoce los esfuerzos cumplidos en distintas áreas por el Gabinete que ahora se eclipsa a la búsqueda de la interpretación que se hacía de los intereses de España. Ahorra cualquier concesión a los tendidos de sol. Se excusa de incitar el aplauso facilón. Se sitúa en las antípodas de la bronca. Privilegia el consenso. Consigue ser escuchado en silencio.

La oposición 'patriótica' enseña la fibra cuando se abstiene de aplaudir el compromiso cerrado del candidato en la lucha contra el terrorismo. Luego deja escuchar murmullos desaprobatorios en ocasiones muy definidas. El candidato hace una exposición cartesiana, pedagógica, con resúmenes de los distintos capítulos. Ofrece honrar la palabra dada. Propugna un nuevo estilo de Gobierno que responda a las expectativas de cercanía, proximidad y participación manifestadas por quienes, saliendo de la desesperanza en la política, han acudido a votar en estas elecciones. Interpreta que en el resultado electoral hay una exigencia de entendimiento y diálogo plasmada en la formación de una Cámara diversa, sin mayorías absolutas. Marca la diferencia al afirmar que podrá compartir o no las posiciones que se defiendan en el Congreso pero que en todo caso respetará la legitimidad de las mismas.

Zapatero confiesa su creencia contraria al adanismo de quienes piensan que todo vuelve a comenzar con su llegada al poder, reitera que la reciente historia de España es un proceso compartido en el que, en sus diferentes fases, todos hemos desempeñado un papel que hemos de reivindicar y asumir colectivamente. Es decir, niega de plano la pendiente por la que íbamos deslizándonos de las dos Españas, o mejor de la España menendezpelayista vertebrada por la pretendida derecha de siempre, que por otra parte nunca leyó al gran polígrafo santanderino, y de la anti España cada vez más numerosa integrada por todos los que iban siendo arrojados a las tinieblas exteriores donde se oye el llanto y el crujir de dientes de los rojos y separatistas, de quienes por negarse a suscribir la invasión de Irak eran identificados como partidarios del genocida Sadam Husein.

La impresión general es que el candidato a la presidencia ha acertado en el tono inaugural

Resume el candidato en cinco ejes su proyecto de Gobierno: renovación de la vida pública; europeísmo de la política exterior; desarrollo económico afirmado en la educación, la investigación y la innovación favorecedoras del empleo estable; nuevas políticas sociales en apoyo a las necesidades de personas y familias, e impulso a los derechos civiles y políticos y de la igualdad para el logro de una mejor convivencia. En consecuencia, asume compromisos estrictos en torno a la reforma del Reglamento del Congreso siempre preconizada y aplazada, quiere propiciar que las Cámaras puedan ejercer de manera efectiva y eficaz la función esencial de controlar al Gobierno, en vez de responder a la mecánica inerte de mayorías que convierten al Congreso en una mera cámara de resonancia del Ejecutivo. Esboza la reforma de la Constitución. Adelanta su disposición para una reforma consensuada de los estatutos de autonomía. Se pronuncia rotundo contra la guerra preventiva. Se remite con cautela a sus posiciones sobre la presencia y retirada de nuestras tropas en Irak.

La impresión general es que Zapatero ha acertado con el tono inaugural, que parecen exorcizados los malos espíritus de la bronca sistemática y la descalificación injuriosa definidores sobre todo de los últimos cuatro años, cunde la esperanza de que estas nuevas maneras impriman carácter a toda la legislatura. Se expande un sentimiento liberador. Por lo menos hasta que por la tarde, los derrotados de Rajoy se empeñan en volver a las andadas, en pedir cuentas, en dar lecciones, en ignorar su nueva posición. Se diría que optan por ahondar su soledad y su antagonismo. Cuidado.

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