Traspasos con doble fondo
El traspaso de poderes entre la saliente Administración popular y la futura Administración socialista se está produciendo con alguna que otra patada por debajo de la mesa. Varios de los ejemplos más llamativos se están produciendo con contratos o decisiones relacionadas, de una u otra forma, con el Ministerio de Fomento, que dirige Francisco Álvarez-Cascos.
Tras la inesperada decisión del reparto de la nueva terminal del aeropuerto de Barajas o el frenazo forzado a un contrato de 26 millones que Feve había adjudicado sin concurso, trasciende ahora un nuevo roce, esta vez con los contratos de Renfe como telón de fondo. El departamento de Álvarez-Cascos y parte de la dirección de la empresa ferroviaria pública están tratando de que se sellen definitivamente los macrocontratos del AVE adjudicados durante los últimos meses. Sin embargo, hay resistencia interna en Renfe a cerrar los contratos ante el inminente cambio de ministro y la subsiguiente remodelación de la cúpula de la propia empresa.
El intento de acelerar los contratos pendientes ha provocado incluso que Renfe abriera el miércoles de la Semana Santa, mediante un anuncio en el Boletín Oficial del Estado, el concurso para adjudicar un total de 80 trenes de cercanías. Este concurso fue diseñado para, al menos sobre el papel, compensar en parte a los menos beneficiados en la puja por los macrocontratos. Estas prisas de última hora vienen precedidas por el mensaje lanzado por el PSOE sobre la necesidad de hacer una revisión a fondo de los últimos contratos concedidos por Renfe, y sobre lo exagerado de sus cuantías.
La lógica aconseja que, cuando se produce un cambio de gestión, se dejen en el congelador las decisiones relevantes, pues pueden hipotecar el margen de maniobra de los futuros responsables de la empresa. Optar por lo contrario y casi a hurtadillas, como parece que es el caso, no hace más que cubrir de sospechas cualquier decisión.