La política social exige diálogo
El presidente del Gobierno in péctore, José Luis Rodríguez Zapatero, está decidido a que su política económica y social esté envuelta desde el primer instante en el diálogo con los agentes sociales y económicos, intención razonable que puede convertirse en un activo fundamental para la estabilidad de la política económica y del crecimiento. Además, esta declaración de intenciones cuenta con el respaldo inicial de los sindicatos, y seguramente de la patronal, que ha mostrado su disposición al diálogo si es para ejecutar las reformas pendientes que profundicen en el crecimiento.
Sin embargo, el acervo histórico demuestra que no es fácil mantener de forma permanente el diálogo y menos el acuerdo, si bien es cierto que cada ciclo político ha arrancado con un periodo de plena concordia social que ha fortalecido el crecimiento económico. Ahora, los sindicatos no se centran tanto en la creación de empleo, cuya exigencia de todas formas no pueden abandonar en un país que mantiene una tasa de paro del 11%, como en garantías de calidad en el mismo, además de sostenibilidad en la ocupación, más esfuerzo en formación e inversión tecnológica.
La dificultad, como siempre, está en casar los intereses de empleados y empleadores, y que a la vez sea bueno para los de carácter general. En este caso, al contrario que en la negociación política, no basta con determinar con claridad el sesgo del Gobierno: es preciso mantener un sopesado equilibrio que garantice creación y reparto respetuoso de la riqueza; el acercamiento a los niveles de renta de la Unión Europea, a ser posible a los ritmos comunes desde la adhesión, y el respeto a los equilibrios macroeconómicos que más espesa sombra prolongan sobre el desenvolvimiento exitoso de la actividad.