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Justicia

El juicio de Tyco, al borde de la nulidad

Seis meses de juicio, 50 testigos, costes de 12 millones de dólares y ahora sólo se habla de nulidad en el caso del pueblo contra Dennis Kozlowski, ex presidente y consejero delegado de Tyco, y Mark Swartz, ex director financiero de la compañía.

Se les acusa de 32 delitos de hurto, falsificación y conspiración para apropiarse de unos 600 millones de dólares de la compañía lo que puede ser penado con 30 años de cárcel. El juicio contra Frank Quattrone, analista de CSFB, uno de los pocos de alto nivel sustanciados ya, fue declarado nulo en noviembre de 2003.

Pero el juez Michael Obus de Manhattan, no quiere dar su brazo a torcer y que este caso sea nulo también. Ayer sopesaba declararlo nulo, como había pedido la defensa después de que el jurado dijera que era imposible seguir adelante con las deliberaciones. Al final de la mañana, el juez dijo que no había lugar, de momento, y pedía al jurado que continuara su trabajo.

Los expertos creen que no se ha probado la culpabilidad de los ejecutivos

El juez quiere un veredicto a pesar del desacuerdo entre los miembros del jurado

Pero es difícil. La semana pasada los 12 jurados dijeron que 'el ambiente en la sala de deliberaciones está viciado' y la defensa de Kozlowski y Swartz pidieron la nulidad. El juez se niega a pesar de que, por lo que ha trascendido a través de las notas que el jurado le ha remitido, una de las tres mujeres que componen el jurado se ha negado a considerar que los acusados puedan ser culpables.

Peor aún, el jurado número cuatro, la presunta disidente, que ya ha sido identificada por dos periódicos (The Wall Street Journal y New York Post), hizo una señal con la mano, percibida como un 'OK', al equipo de la defensa al final de la semana pasada.

Identificar a esta jurado, una mujer de 74 años, maestra y licenciada en derecho tras entrar en la facultad a los 57 años, no es ilegal pero si muy inusual, por lo que los expertos daban ayer por seguro que este hecho unido al guiño a la defensa sienta las bases si no para una clara nulidad sí para un buen fundamentado recurso.

Este caso está dejando una sensación agridulce por que se evidencia la dificultad de enjuiciar unos delitos que conmocionaron la confianza de los inversores desde finales de 2001 y que se está demostrando que se zanjan mejor y más favorablemente mediante acuerdos extrajudiciales, como están haciendo muchos ejecutivos de otras empresas.

En noviembre de 2003 un jurado tampoco pudo ponerse de acuerdo a la hora de emitir un veredicto sobre los presuntos delitos de obstrucción a la justicia y manipulación de testigos cometidos por el analista de CSFB, Frank Quattrone, otro de los protagonistas de alto perfil que han sido juzgados por su papel en los escándalos empresariales. En el caso de Quattrone, la acusación pidió que se repitiera el juicio y está previsto que comience el mes que viene. Los expertos legales creían entonces que Quattrone salía ganando, a pesar de las declaraciones de su abogado que reclamaba una sentencia absolutoria, porque la estrategia de la acusación ya había sido revelada y será más difícil presentarle cara en este segundo juicio.

En el caso contra Kozlowski y Swartz, sin embargo, la nulidad del juicio puede beneficiar a la acusación en caso de que se repitiera porque, según los analistas que han seguido los seis meses de vista, la línea argumental de la fiscalía se ha centrado en desprestigiar a los acusados por su estilo de vida fastuoso -Kozlowski es conocido por tener una cortina de baño valorada en 6.000 dólares- y no en probar 'más allá de la duda razonable' su culpabilidad. Podría ser la segunda oportunidad para la acusación.

Para Kozlowsk y Swartz, éste es sólo el primero de sus juicios. Deben aún enfrentarse a la demanda por fraude de un grupo de accionistas y del consejo de Tyco.

Severo castigo en el rango inferior

No es un traficante de droga ni un asesino, sin embargo Jamie Olis, de 38 años, recibirá una condena similar a la que reciben los culpables de estos delitos: entre 24 y 30 años de cárcel. Olis, un ejecutivo de nivel medio y bajo perfil de la energética Dynegy, fue declarado culpable, la semana pasada, de seis delitos de fraude bursátil y conspiración para cometerlo al tratar de contabilizar ilegalmente 300 millones como cash flow y presentar una mejor foto de las cuentas de la empresa. La condena excede la de otros delincuentes de cuello blanco con cargos mas llamativos. Andrew Fastow, director financiero de Enron, no pasará más de 10 años en la cárcel, después de declararse culpable de orquestar un fraude que acabó con ahorros de miles de accionistas y empleados de la empresa, la solvencia de la séptima corporación de EE UU, que no ha salido aún de la suspensión de pagos, y acabó con Andersen.Las actuaciones de Olis y otros colaboradores dieron lugar a fuertes pérdidas en la cotización de la empresa que ya estaba bajo vigilancia por la SEC, pero no hirieron de muerte a la corporación. A diferencia de otros delincuentes de cuello blanco, Olis no se benefició directamente de su fraude.Pero este ejecutivo cometió la equivocación de someterse a juicio en vez de tratar de cooperar con la justicia y cerrar un acuerdo extrajudicial, como lo hicieron dos compañeros suyos acusados de los mismos delitos. æpermil;stos han aceptado ir a la cárcel menos de cinco años. Fastow hizo lo mismo y evitó el juicio.Olis tiene en su contra además que cometió los delitos tras la reforma de la ley penal que endurecía la condena por fraude a raíz del caso Enron. Antes el periodo máximo de cárcel si el fraude resultaba en pérdidas de más de 100 millones se castigaba con 6 o 7 años de prisión y no los más de 24 años actuales.

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