Diferencias fiscales
Déficit y desempleo. Estos son los mayores problemas de la economía estadounidense según el estudio que con carácter semianual elabora la Asociación Nacional para la Economía de Negocios (NABE). El informe, realizado mediante encuestas a economistas entre el 1 y el 5 de marzo muestra que el 25% de los 203 expertos consultados seleccionaron uno de estos dos problemas como el mayor riesgo de la economía de EE UU.
La anterior encuesta, elaborada en agosto de 2003, era más optimista. Entonces, tanto el déficit como el paro eran ya percibidos como problemas pero por un menor porcentaje de analistas. El hecho de que la creación de empleo desafíe las teorías conocidas hasta ahora y sea tozudamente baja pese al crecimiento económico, ha disparado las alarmas.
Que el presidente George Bush siga hablando de hacer indefinidos los recortes fiscales puestos en marcha en la primera parte de la legislatura mientras los números rojos dominan las proyecciones de déficit, también pesa. Cierto es que Bush se ha comprometido a reducir a la mitad este desfase presupuestario en cinco años y que las estimaciones de la Oficina Técnica de Presupuestos del Congreso (CBO) coinciden con él en el análisis. Pero el temor es que desde la presidencia no se hacen proyecciones a más de cinco años y las que ha hecho el CBO pasan por un empeoramiento de la situación tras el periodo calculado por la Casa Blanca.
Las preocupaciones de los analistas, que también han sido enfatizadas por algunos gobernadores de la Reserva Federal y su presidente, Alan Greenspan, no parecen ser compartidas en la práctica por todos los políticos. Ni en el Gobierno ni en el Congreso.
El jueves pasado, un día antes de que se publicara el resultado de la encuesta de la NABE, la Cámara de Representantes aprobó con pocas modificaciones el presupuesto de 2,4 billones de dólares para el año que viene propuesto por Bush. Lo más relevante es que la Cámara deja abierta la posibilidad de que se aprueben nuevos recortes fiscales deseados por el presidente.
El voto entre los representantes no fue fácil a pesar de que esta cámara es mayoritariamente republicana. El proyecto de grandes cuentas del estado fue aprobado por 215 votos pero 212 legisladores votaron en contra. Diez miembros del partido de Bush unieron sus votos a los demócratas para oponerse a más rebajas fiscales. Otros tantos republicanos votaron a favor solo porque sus compañeros les han prometido que en mayo se discutirá una legislación para poner límites a gastos futuros.
La administración de Bush se ha empleado a fondo para que esta Cámara no diera la bofetada final a los recortes fiscales una vez que el Senado cerró las puertas a esta posibilidad. En este foro, unos días antes, la mayoría estableció que cualquier recorte en los próximos cinco años debe ser aprobado por, al menos, 60 senadores de los 100 que son, a no ser que se incrementen otros impuestos o se reduzcan gastos. Algo sugerido por Greenspan en sus discursos ante el Congreso
Ambas cámaras tienen ahora que conciliar sus distintas visiones de las cuentas del Estado que, en lo sustancial, difieren en este punto. De las declaraciones de senadores y representantes republicanos se adivina que las conversaciones serán duras y que Bush tendrá que seguir convenciendo antes en su partido que a los votantes.