El mejor maná es la convergencia
Bruselas hace mañana su balance anual sobre los beneficios de la política de cohesión. La Comisión Europea defiende con vehemencia una solidaridad a la que atribuye el éxito del mercado único, del euro y, en el futuro, de la ampliación. España, Irlanda, Portugal y Grecia atestiguan los beneficios del único instrumento de redistribución de la riqueza de que dispone la Unión Europea.
España ha disfrutado desde su ingreso en 1986 de un fructífero saldo entre fondos aportados y recibidos. Sólo en 2003, este saldo superó los 6.000 millones de euros. Las arcas comunitarias han contribuido a 15 años de convergencia y la renta española está ya en el 86% de la media comunitaria. Entre 2000 y 2006 España recibirá 56.000 millones de euros (45.000 en fondos estructurales y 11.000 del Fondo de Cohesión). Pero es el último periodo en que figurará entre los más pobres de la UE. El ingreso de los 10 nuevos socios, cuya renta en muchos casos no supera el 30% de la media de la UE, elevará proporcionalmente la riqueza española.
La merma de recursos comunitarios será inevitable, y en el caso del Fondo de Cohesión, el Gobierno puede perder de un día para otro más de 1.800 millones de euros de ingresos anuales extra. José María Aznar y su sucesor en el Gobierno aún pueden dar la batalla para intentar que ese fondo, creado a instancias de su antecesor, Felipe González, siga ayudando temporalmente a completar la convergencia de España con la UE.
Pero el principal esfuerzo debe dedicarse a garantizar que la economía española se sitúe en un nivel competitivo suficiente para contemplar la ampliación como un desafío y no como una amenaza. España no puede ni debe pelear sólo por subsidios, sino por mercados e inversiones. El objetivo es la convergencia real, no la subvención.