Oportunidades en el Este
Los diez países que ingresarán el próximo 1 de mayo en la Unión Europea han sido vistos a menudo como una amenaza para España, por ser competidores tanto al captar inversiones internacionales como en el reparto de los fondos comunitarios. Preocupa el desplazamiento de industrias y actividades desde España hacia países de la Europa oriental; también la idea de que el centro de gravedad de la Unión se inclina al Este y España queda algo más en la periferia.
Es comprensible cierto recelo ante las incertidumbres que supone la ampliación, pero empieza a ser tarde para fijarse en el otro lado de la moneda: las oportunidades. Las empresas de las grandes economías europeas, muy en especial de Alemania, se han lanzado con decisión a invertir en los nuevos socios. A su competitividad en costes, algunos países ex comunistas suman otros atractivos, como un personal bien cualificado, cercanía al centro de Europa y generosas ayudas de Estado que Bruselas aún permite.
Algunas experiencias españolas en la región son ejemplares, pero el balance general es pobre. España y los españoles pueden llegar tarde a unos países que podrían recorrer la próxima década un camino aquí conocido, el de la convergencia. Lo previsto es que el crecimiento de los nuevos socios de la UE siga acelerado -pese a los necesarios esfuerzos de ajuste económico- y que los tipos de interés tiendan a mantenerse bajos a medio y largo plazo, lo que a su vez estimulará la economía y las Bolsas.
Para la inversión financiera, la Europa del Este ofrece un potencial comparable al de otras regiones emergentes con menos riesgo. Las rentabilidades obtenidas por los fondos en esa zona han sido positivas en los últimos años, incluso tomando en cuenta el periodo en que se pinchó la burbuja bursátil. Sin olvidar que se trata de mercados poco desarrollados en economías en transición, parece el momento de tomar posiciones en países que pueden repetir el milagro económico que supuso para España integrarse en la UE.