Indefinición de Europa
La Comisión Europea presenta hoy una primera aproximación a las cifras del Presupuesto 2007-2013, que los socios comunitarios pactarán allá por 2005 o 2006. Tan prematuro ejercicio parece obedecer a un objetivo: sellar el techo presupuestario antes de que el 1 de mayo ingresen los diez nuevos socios. Bruselas propone que el gasto se mantenga en los niveles máximos contemplados hoy (1,27% del PIB) y los principales contribuyentes quieren que la contención sea mayor (el 1%). Cualquiera que sea el porcentaje, delata una alarmante falta de ambición y un peligroso desapego del proyecto europeo.
Una voz tan cualificada como la del antiguo presidente de la Comisión, Jacques Delors, acaba de advertir de que, si persisten las reticencias, la UE desaparecerá en 15 años. La alarma coincide con desajustes institucionales, crisis de identidad como las que provocan la ampliación y la candidatura irresuelta de Turquía y con sondeos que revelan la desconfianza de la población. Quizá sea sólo un respiro para digerir las enormes cesiones de soberanía nacional que se produjeron, precisamente, en el periodo de Delors (1985-1995), de las que el euro es la más tangible. Que no haga falta que el sueño de la generación de la posguerra se desmorone para ver lo rentable de mantenerlo en pie.