Televisión de alto coste
El nivel de manipulación de los medios públicos de comunicación es un termómetro que mide la democracia de un país. La BBC británica, considerada un modelo de televisión pública, atraviesa a costa de la guerra de Irak un episodio que ha puesto en entredicho su prestigio y, más aún, su credibilidad. Aparte del resultado final del caso, el resultado inmediato ha sido la dimisión de sus máximos responsables. Es el justo precio a pagar cuando se desvirtúa el cometido de un servicio sustentado con dinero público.
En España, los diferentes Gobiernos han efectuado y efectúan un impúdico empleo propagandístico de la televisión pública. Pero, con ser criticable, no es este el único mal de un modelo mal planteado. RTVE tiene más de 6.000 millones de euros de deuda, y acabamos de saber que las ocho televisiones autonómicas acumulan 1.400 millones en pérdidas, y la mitad de ellas vive al borde de la quiebra. Las nuevas tienen el mismo diseño. Un estado de cosas, impensable en el sector privado, que requiere una urgente revisión.