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Tribuna
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Los costes de Kioto

Cuando se desconocen los costes de los compromisos tendemos a tomar decisiones basándonos más en deseos que en posibilidades reales de cumplirlos. El mantenimiento del compromiso de España con Kioto, a la vista de los recientes estudios, puede tener graves consecuencias para nuestra economía.

Las emisiones de gases de efecto invernadero, principalmente dióxido de carbono, se producen de modo natural y se consideran responsables de que la vida en la tierra sea posible, al retener el calor del sol en nuestra atmósfera. Las emisiones artificiales producidas por el hombre añaden dióxido de carbono a la atmósfera y producen en mayor o menor grado un calentamiento global, que los científicos creen que se pondrá de manifiesto los próximos 100 años. Es el conocido como cambio climático.

En 1997 los españoles nos comprometimos a no aumentar emisiones de gases de efecto invernadero más allá de un 15 % con respecto a las emisiones de 1990, en el periodo 2008-2012 (Compromiso de Kioto). El problema es que crecimiento económico y de emisiones están correlacionados (un 98% en España). Desde 1990 hasta el año 2000 nuestra economía ha crecido un 30% y nuestras emisiones, un 33,7 %.

Si continuamos en la senda del crecimiento, como todos deseamos, nuestras emisiones alcanzarán en 2010 el 56% de crecimiento con respecto a las de 1990, con un crecimiento previsto de nuestra economía de un 66,4%.

En otras palabras, con toda probabilidad España va a incumplir el compromiso de Kyoto sobrepasando en 123 millones de toneladas de CO2 las emisiones permitidas.

Para evitar pagar la multa de 40 euros por tonelada de exceso, tendremos que recurrir al comercio de derechos de emisión (gestionados en la UE), a los fondos de carbono y al desarrollo de proyectos limpios conocidos como CDM y JI. Si estos derechos de emisión se sitúan entre los 15 y 30 euros la tonelada (como prevé la UE) supondría una factura anual de derechos de emisión de entre 1.800 y 3.600 millones de euros al año, es decir un total de 9.000 a 18.000 millones de euros en los cinco años.

El efecto que provocaría esta pérdida de renta en la economía española sería devastador, considerando que 18.000 millones de euros permitirían construir por ejemplo cinco AVE Madrid-Sevilla. Curiosamente, y a pesar del elevado precio, no se daría una significativa mejora de las emisiones a escala global, ya que una parte de la producción de los sectores industriales españoles se trasladaría a países como China, India o Turquía que al no disponer de nuestra regulación ambiental producen casi el doble de CO2 por kWh.

Los países vendedores de derechos de emisión en la UE, a los que nos veremos abocados a acudir, son Alemania y Reino Unido. (El primero generó sus derechos a través de la reconversión y cierre de industria en el Este y el segundo al eliminar gran parte de su minería del carbón en la época Thatcher). Paradójicamente tienen el derecho de emitir más de 11 toneladas por habitante y año frente a ocho toneladas per cápita que admite la UE para el caso español. La situación vista en su conjunto no es nada halagüeña. No somos capaces de cumplir con nuestro compromiso del 15%, y por tanto recurriremos entre otros a la adquisición de derechos (o mecanismos similares), que compraremos a países con más renta y con mayores emisiones per cápita. El incremento de costes industriales favorecerá la deslocalización de nuestra industria hacia países con mayores emisiones por unidad de producción, con lo que se incrementará el efecto invernadero y los posibles daños al medio ambiente.

En esta comprometida situación, que tiene a toda la gran industria española movilizada, es necesario tomar medidas bien renegociando la cuota de emisiones para España ante la UE por causas de fuerza mayor, bien buscando alternativas de adquisición de derechos baratos o como ya propuso en el pasado EE UU, estableciendo un ambicioso programa de I+D y puesta en marcha de nuevas tecnologías que permitan reducir las emisiones de hecho a un ritmo coherente con el resto de políticas de desarrollo de nuestro país.

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