Enero es un mes difícil para invertir
Hay un empeño exagerado, obstinado, cerril, por parte de algunos telepredicadores, en pronosticar que lo sucedido en diciembre es algo así como haberse comido la tarta que estaba prevista para enero. O lo que es lo mismo, haber acabado con el postre de una sentada a la hora del aperitivo.
Quienes se desgañitan obvian que sus predicciones se fundamentan en estrategias particulares, en ventas que realizaron antes de emitir sus enunciados bajistas. El empeño dura ya siete semanas y media, toda una vida para las Bolsas frenéticas jaleadas por la globalización.
Vender y comprar y luego dictaminar, según sea la alternativa favorable, es una práctica que, por fortuna, ya no cala en los mercados. La moda en este círculo especial es que diciembre anticipó en gran medida el alza de enero.
¿Cómo es posible calcular, sin riesgo, lo que va a subir la Bolsa el mes que viene según la subida que ésta ha tenido el mes anterior? Todo sería demasiado fácil. Otros deciden tirar la casa por la ventana y poner los reales sobre la mesa del mejor postor, en este caso adivinos.
Los sabios, viejos y arruinados en numerosas ocasiones, que en gran parte de ello reside su sabiduría, ya alertaron de la visceralidad del inversor como animal que tropieza muchas veces en la piedra de la Bolsa. El furor que causan los valores de segunda y tercera fila, los chicharros, o el frenesí desmedido por títulos de máxima capitalización que pierden en segundos lo ganado en generaciones (Enron, Ahold, Parmalat y los que vendrán) es consustancial al mercado.
El año que titubea lleva el sello de la prudencia, por un lado, y de la selección de valores, por otro. Son signos siempre favorables para los mercados, pero ello no significa que las cosas vayan a ser así y que los inversores, por supuesto, sigan el dictado de lo que marcan los expertos. Es más, la historia demuestra que siempre sucede lo contrario.
Lo normal, como siempre, es que ni la prudencia se instale en los mercados ni que los valores se seleccionen por esto o por aquello. Por cierto, ¿qué es la selección de valores? ¿Cuáles los criterios a seguir? ¿Por qué se siguen esos criterios?
La Bolsa, como siempre, mantiene su soberanía y tiene la razón. De ahí lo fatuo de hacer aseveraciones sobre un efecto enero adelantado o precipitado o cotizado antes de lo que debería haber sido cotizado. Enero, ya se sabe, es uno de los meses más difíciles para invertir en Bolsa. Los siguientes son febrero, marzo, abril, mayo, junio, julio, agosto, septiembre, octubre, noviembre y diciembre. Así consta en las estadísticas. Al menos, por ahora.