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Lealtad, 1

Cuando cambia el sentimiento

Los bolsistas de siempre recalcan que la inversión en renta variable no debe ajustarse nunca a fórmulas matemáticas concretas, porque en el proceso de formación del precio de las acciones intervienen multitud de variables que hacen imposible el cálculo exacto del valor de esta o aquella empresa cotizada. El estado de ánimo de los participantes en el mercado es una de las claves de mayor peso. Con frecuencia el inversor se muestra, además, ciclotímico y contribuye a la exageración de los movimientos.

El estado de ánimo provoca que las tendencias muden de camisa, como los reptiles, a ritmo muy lento. A veces la percepción llega demasiado tarde, ya cuando ha cumplido su cometido. No parece, sin embargo, que este sea el caso actual. Las Bolsas iniciaron un cambio de rumbo a mejor una semana antes del comienzo de la guerra de Irak, que a la postre se convirtió en la excusa fantástica para echar tierra sobre la debacle de los valores tecnológicos e iniciar una nueva y más saludable singladura.

Conforme ha pasado el tiempo, los mercados han apuntalado el cambio de sesgo. El sentimiento es más favorable y son ya muchos los profesionales del mercado los que consideran que las Bolsas se han convertido en alternativas magníficas a unos mercados como el inmobiliario, que echa humo, y de los bonos, ahora alicortados en sus movimientos, porque la época de tipos bajo mínimos ya es pasado. Otra cosa es que suban a corto, que no es lo que manifiesta el consenso en la actualidad.

Más de lo mismo, por tanto, en este enero que engorda y que hace buena la tesis de arranques optimistas con el comienzo de cada nuevo ejercicio. El sentimiento cambia y a ello contribuyen los continuos cambios al alza en las recomendaciones de los bancos de inversión.

La gran banca estadounidenses manifestó una especial inquietud por subir los precios objetivo por acción de los valores más capitalizados de los diferentes mercados de acciones a final de noviembre, justo cuando un elevado número de agitadores dio por cerrada la subida de los mercados. En las últimas horas se vuelve a producir el mismo fenómeno. Los precios objetivo de los valores emblemáticos suben a marchas forzadas, porque, entre otras cosas, la realidad ha superado la ficción.

Este hecho coincide con la presentación de unos resultados empresariales de cierre de 2003 que superan en Wall Street las mejores expectativas. Las Bolsas se han buscado, de este modo, alianzas inmejorables para mantener encendida la llama alcista y alimentar, así, el sentimiento optimista. Más, en fin, de lo mismo, hasta que cambie el sentimiento.

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