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Columna
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Soluziona, contratada

Según informan los diarios de la mañana (de ayer), la empresa de ingeniería Soluziona, filial de la compañía eléctrica Unión Fenosa, se ha convertido en la primera empresa de matriz europea que consigue de la Administración de Estados Unidos la adjudicación de un contrato directo para desarrollar infraestructuras en 25 países, entre los que figura de manera relevante Irak. El contrato tiene un importe de 1.500 millones de dólares (unos 1.200 millones de euros al cambio de hoy) y un plazo de cinco años. Para tener una idea más exacta de lo que supone la dimensión del negocio para la empresa española debe señalarse que la adjudicación ha sido acordada por la entidad US Army Corps of Engineers, de la que se sirven las Fuerzas Armadas norteamericanas, y se ha hecho en beneficio de un consorcio encabezado por la sociedad estadounidense CH2MHill, donde Soluziona participa con un 25%.

Dentro del principio, de muy recomendable aplicación en casos de inminencia electoral, según el cual 'todo aprovecha para el convento', se ha buscado que esta información, disponible desde el día 12, se hiciera pública coincidiendo con la estancia en Washington del presidente del Gobierno, José María Aznar, como dando a entender que, con esta adjudicación, empezamos a recibir un adelanto a cuenta de los maravillosos premios que anunció Jeb Bush, el hermanísimo de George, cuando vino en primavera a visitar 'la República española'.

O sea, que ni el despliegue de nuestros soldados en Irak y en Afganistán, ni los militares muertos en el Yak 42, ni los agentes del CNI asesinados, ni el ultimátum dictado por los tres tenores en la base atlántico-portuguesa de Lajes a Sadam Husein, ni este viaje a la Casa Blanca de Aznar han sido en vano. Por fin aparecen los resultados contantes y sonantes.

Empezamos a recibir un adelanto a cuenta de aquellos maravillosos premios anunciados por Jeb Bush

Un cálculo elemental permitiría cuantificar el margen de beneficios esperable de semejante bicoca. Pongamos que el margen para trabajos en circunstancias tan difíciles suponga un 50% del importe del contrato que, como se ha indicado más arriba, está cifrado en 1.500 millones de dólares. Es decir los beneficios totales a repartir serían de 750 millones. Pero recordemos que Soluziona, la compañía de bandera española, sólo representa el 25% del consorcio adjudicatario, de donde su máxima aspiración quedaría en sumar a su cuenta de resultados 187 millones de dólares, después de cinco años de esforzados trabajos.

Tal como están distribuidos los topes, el primer año los beneficios para los nuestros podrían llegar hasta los 62,5 millones y en cada uno de los cuatro años restantes podrán alcanzar un promedio de algo más de 31 millones. Calcular en dólares, y no digamos en euros, tiene un efecto sedante, pero ni siquiera traducidas a las antiguas pesetas las cifras anteriores son tan espectaculares, habida cuenta de que por ejemplo el yernísimo Alejandro Agag acaba de negociar un contrato de patrocinio de Telefónica a favor del corredor de Fórmula 1 Fernando Alonso en más de seis millones de euros.

Así que conviene releer en The New Yorker el artículo de James Surowiecki para entender los problemas más allá del criticismo histérico suscitado en torno al vicepresidente Dick Cheney, a quien se reprocha haber estado entre 1995 y 2000 al frente de la compañía ahora adjudicataria, sin concurso alguno, de los contratos para reparar las instalaciones de extracción del petróleo iraquí.

Porque la madre del cordero es otra. Hasta hace poco los militares estaban instalados en la autosuficiencia y esa era su norma organizativa, mientras que ahora la situación ha evolucionado. De ahí que hoy K.B.R. tenga un contrato de miles de millones de dólares para suministrar por 10 años soporte logístico -como lavandería, limpieza, construcción de bases, mantenimiento de carreteras y soporte de comunicaciones- y que otros empleados de compañías privadas hayan tenido a su cargo el mantenimiento de los F-117 o de los Global Hawk durante la guerra de Irak.

Este proceder deriva de la noción muy extendida de que el Gobierno es ineficiente e improductivo y de que los grandes y rápidos negocios residen en el outsourcing. Claro que el outsourcing sólo funciona cuando hay genuina competencia entre los suministradores, mientras que en los grandes contratos militares priva la confortabilidad sobre la competitividad y el beneficio de los adjudicatarios es un porcentaje del coste, lo cual incentiva subir el coste en lugar de mejorar el rigor y la eficiencia. Además en este sector tan sensible, antes de externalizar algunos servicios, habría que externalizar la sangre que será vertida. ¿Volverán los gurkas?

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