EE UU observa con tranquilidad cómo desciende la cotización del dólar
Hasta ahora, tanto en Wall Street como en Washington se observa la caída del dólar para concluir que es ordenada y que no hay motivos para los nervios. La constante referencia al hecho de que el dólar pierde valor día a día frente a las principales divisas del mundo recuerda al debate sobre la deflación no hace tanto tiempo, cuando casi todos los economistas hablaban de ello para decir que no existía y, por tanto, no podía ser temida.
El secretario del Tesoro, John Snow, proveniente del sector industrial que tanto ha abogado por la depreciación del dólar, habla de 'ordenada caída'. David Rosenberg, analista jefe de Merrill Lynch, coincide, pero advierte: 'El dólar sigue cayendo y no hay nada realmente poco sano en ello siempre que no sea desordenado y ponga presión en el mercado de los bonos y entonces amenace las valoraciones en la Bolsa'.
Stephen Li Jen, de Morgan Stanley, también pone cautelas. 'Mientras la inflación se mantenga baja y los mercados de bonos y capitales mantengan la estabilidad, no va a haber ninguna actuación coordinada en EE UU', explica. La sensación en Wall Street es que la caída del dólar se alimenta en sí misma y que la Administración Bush está satisfecha con ello. Muchos economistas creen que las declaraciones desde la Casa Blanca sobre un dólar fuerte son retóricas y que la depreciación de la moneda es parte de la política de recuperación económica que descansa también en el pilar de los recortes fiscales de 2001 y 2003 y la política de bajos tipos.
Hasta el momento la apuesta ha salido bien. El Libro Beige de la Reserva Federal, publicado ayer, constató la recuperación de la economía; mientras que el déficit comercial se redujo en noviembre al nivel más bajo en 13 años gracias al mayor crecimiento de las exportaciones en tres años.
Y la recuperación es buena para el país, también en 2004, para las perspectivas de George Bush de salir reelegido presidente. La mejora en la capacidad de exportación es un activo político y ayuda a corregir el gran déficit por cuenta corriente. La otra cara es que la corrección del déficit por cuenta corriente mediante la caída del dólar encierra el peligro de que los activos estadounidenses pierdan atractivo, el mercado de valores se dé la vuelta a la baja y se sacudan las bases de bonos, lo que se reflejaría en el mercado hipotecario. Llegados a ese punto, será difícil reconducir la situación.