El gran gastador
Ala luna. El presidente Bush anunciará esta semana un programa espacial que podría incluir una base en la luna y el envío de naves tripuladas a Marte. El portavoz de la Casa Blanca, Scott McClellan, dijo que esta iniciativa no perjudicará los esfuerzos para poner límite al déficit presupuestario.
'No en la próxima legislatura', le faltaba añadir. De acuerdo con los expertos, los primeros cinco años serían de investigación y apenas habría que aumentar el presupuesto de la NASA. Los grandes gastos, entre 300.000 y 500.000 millones de dólares en dos décadas, vendrán a partir de entonces. Es un compromiso barato para Bush y el siguiente presidente, pero caro para un país con números muy rojos en el presupuesto, en la cuenta corriente y con una creciente deuda.
Y es que a Bush, un republicano, del partido que predica la contención en el gasto, no le tiembla la mano a la hora de echar mano a la chequera. En los tres años de gestión, el gasto público se ha incrementado al mayor ritmo en una década para crecer un 23,7%. Se estima que los gastos federales han aumentado hasta 2,31 billones de dólares para el año fiscal que empezó en octubre, cuando Bill Clinton acabó su mandato con 1,86 billones.
Los gastos se han multiplicado porque la Casa Blanca se ha visto en la necesidad de armarse para dos guerras, financiar la reconstrucción de Irak y crear un Ministerio de Seguridad Nacional. Pero además, Bush ha recortado impuestos, ha subsidiado agricultura y aerolíneas, ha reformado el Medicare (con unos gastos calculados en 400.000 millones en 10 años y atándose las manos para negociar los precios de las medicinas) entre otros programas.
Adicionalmente, el presidente ha defendido, dos veces esta semana, la necesidad de que los recortes fiscales no caduquen a final de la década y sean indefinidos. A cambio, desde Washington se promete contener el gasto en el presupuesto que se presentará en febrero. Entre las bases republicanas no se creen que esto pase en un año electoral aunque The New York Times avanzaba que habrá recortes en programas sociales, cuyos beneficiarios no suelen votar republicano. Aún así, muchos analistas creen que son insuficientes.
El secretario del Tesoro, John Snow, ha calificado de exageradas las críticas que desde el FMI se le hacían y asegura que el déficit es manejable, además de reafirmar la promesa de reducirlo a la mitad en cinco años con ayuda del crecimiento. Cierto es que en lo que va de año fiscal, los ingresos han crecido un 2,8%, la primera vez en tres años en los que ha habido una crisis y dos fuertes rebajas fiscales, pero no es menos cierto que los gastos han sido mayores y han aumentado el 5,6%. El déficit fue de 126.000 millones en esos tres meses, camino de los 500.000 calculados para todo el año.
Conservadores como la Heritage Foundation, Alan Greenspan, y economistas de Wall Street como Allen Sinai o el banco Goldman Sachs reclaman orden y muchos temen que se termine subiendo impuestos. Sinai ha redactado junto con demócratas como Robert Rubin y Peter Orszag, un documento diciendo que el presupuesto encara un trayecto 'insostenible'.
Cuando Snow dice que el déficit es manejable debe hablar en primera persona ya que cada vez en más foros se cree que para EE UU no lo es.
Pero en Washington están con el interés puesto en la luna.