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'Mars Express'

Fracasa el segundo intento de hacer contacto con la sonda §Beagle 2§ en Marte

Si existen marcianos de antenas verdes, puede que ahora bailen al son de la música de Blur. O puede que no. Un acorde de nueve notas del grupo británico es el sonido que más ansían escuchar los científicos de la Agencia Europea del Espacio (ESA), como signo de que la Beagle 2 ha aterrizado sana y salvo en Marte. Pero hasta ahora los dos intentos de ponerse en contacto con el módulo de descenso han sido vanos. El aparato ha podido quedar destruido en el descenso, o tal vez su antena ha resultado dañada o está dirigida hacia el lugar equivocado, pero las notas más esperadas no se han escuchado. Esta tarde, un nuevo intento.

Será a las 19.15 y usando para ello las antenas de la Mars Express, la nave espacial que la albergaba en su seno hasta que hace unas horas la lanzó contra Marte. Esa parte de la misión sí ha sido un éxito: la nave europea, que ha recorrido 400 kilómetros en sus seis meses de viaje interplanetario, se colocó ayer en órbita tras una serie de complicadas maniobras para dejarse atrapar por la gravedad marciana. La alegría estalló entonces entre las 250 personas que seguían la operación minuto a minuto en el centro de control de la ESA en Darmstadt (Alemania), informa Alicia Rivera.

Sólo uno de ocho

Pero un velo de preocupación cubrió enseguida la euforia, al fracasar el primer intento de comunicación con el módulo de descenso, que debía caer a Marte al mismo tiempo que su nave nodriza se colocaba en órbita. El director general de la agencia, Jacques Dordain, se apresuró entonces a señalar que, si bien constituye la parte más espectacular, el Beagle 2 sólo constituye uno de los ocho experimentos de la misión.

La Mars Express es una nave pequeña (1.200 kilos) en la que se han montado siete instrumentos científicos. Esta previsto que funcione al menos durante un año marciano (687 días) en una órbita de trabajo, polar y elíptica, que se acercará hasta 259 kilómetros de la superficie de Marte y se alejará 11.560 kilómetros. La misión se puede seguir en www.beagle2.com.

En pos de señales de vida

El modulo de descenso se separó el día 19 de su nave nodriza y tomó un rumbo de colisión con el suelo. Una vez en la atmósfera, su escudo protector debería haberlo protegido del calor de la entrada hasta el momento en el que se desplegara el paracaídas para frenar la caída y se hincharan los airbag que lo rodean para amortiguar el golpe. La sonda rebotaría entonces sobre la superficie, hasta quedar varados sus 30 kilos de masa en Marte.

Una vez desplegada su antena, debería haber podido comunicarse con la nave Mars Odyssey, de la NASA, en órbita desde 2001. Ante el silencio de la sonda, entró en acción el plan de búsqueda de su señal con radiotelescopios desde la Tierra. Los científicos no han esperado hoy a escuchar al módulo: han tratado de ponerse en contacto con el Beagle 2, y ha barrido toda la superficie marciana con el telescopio de Jodrell Bank, en la ciudad británica de Manchester.

De las once sondas que han aterrizado en Marte, tan sólo tres han sobrevivido. De hecho, dos de cada tres expediciones al planeta rojo (13 de 30, todas rusas o estadounidenses) han terminado en fracaso total o parcial. La misión de la Beagle 2 es arañar la superficie marciana, y recoger muestras de polvo y roca para analizarlas en busca de señales de vida. A partir de hoy, la ESA se esforzará todos los días por escuchar su latido, con la fecha límite del 7 de enero. Entonces, haya sobrevivido o no, su corazón se apagará definitivamente con las baterías ya vacías.

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