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Lealtad, 1
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

Comparar peras con manzanas

Pobre Europa. Apenas creció un 1,6% en el tercer trimestre. Los primos estadounidenses, mientras tanto, se apuntaron un 8,2%. ¿Cuál es el truco de Estados Unidos? ¿Cómo consiguen crecer tanto? Además de los estímulos fiscales y monetarios, juega un papel importante la vara de medir la economía estadounidense. El dato de referencia en Estados Unidos es el crecimiento bruto trimestral anualizado. En pocas palabras, calculan el crecimiento del trimestre y lo multiplican por cuatro. En Europa se usa el crecimiento interanual, de los últimos 12 meses. Y se corrige teniendo en cuenta las variaciones en el número de días laborables. Sólo por eso el 8,2% no se puede comparar con el 1,6%.

Más espinoso es el tema de los llamados precios hedónicos. Esta expresión esconde una forma de valorar la economía que amplifica el crecimiento y subestima la inflación. Asume que los aumentos en la calidad de los bienes o servicios no recogidos en los precios deberían ser contabilizados. Para estos cálculos no se toma el precio del artículo, sino el precio de las características de dicho artículo.

Un ejemplo clásico es el de los microprocesadores para ordenadores. Intel fabrica procesadores con velocidades de 1,5, 1,8 y 2 gigahercios. Mayor velocidad supone más rendimiento del ordenador. Año tras año los procesadores mejoran, y por el precio que costaba un procesador de 2 gigahercios se compra uno de 2,2.

Según el modelo hedonista, los precios habrían caído un 10%, porque por los mismos dólares se consigue un 10% más de velocidad. En consecuencia, como los precios, teóricamente, han bajado, todas las magnitudes económicas que tienen en cuenta el efecto de los precios, incluido el PIB, están sobrevaloradas. Intel habrá fabricado el mismo número de procesadores por el mismo precio, aunque más rápidos. Y la producción real ha aumentado porque, aunque ingrese lo mismo de hecho, Intel aporta más prestaciones a la economía.

Lo mismo sucede con los automóviles. Según la oficina de análisis económico de EE UU, los precios se han multiplicado por 6,42 veces de 1967 a 1999. Pero según el IPC, calculado con cánones hedónicos, sólo se ha multiplicado por 2,83 veces. Gran parte del milagro económico de los noventa en EE UU se debió a esta vara de medir, pues al aumentar el peso de la tecnología en el PIB los aumentos de calidad -y los descensos de precios relativos- en los bienes son más rápidos. En una economía de mercado los precios son el mejor reflejo de las condiciones económicas, y las estadísticas se hacen para poder ser comparadas. El modelo que mide el PIB de EE UU no respeta ninguno de estos principios.

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