Boeing pretende competir con Airbus con su nuevo avión 7E7
En su afán por diversificarse, Boeing ha puesto su mayor esfuerzo en el desarrollo de sus negocios de defensa, espaciales y satélites, mientras el área de aviación comercial, con dos proyectos fallidos en los últimos 10 años (la modernización del 747 y el Sonic Cruiser), ha ido perdiendo peso ante la fuerte competencia de Airbus y la crisis de las aerolíneas. El 7E7, remplazo del 757 y 767, supondría la revitalización de la credibilidad de Boeing en el que ha sido su negocio tradicional.
Las primeras filtraciones aseguraban que se iba a dar la luz verde a la orden de comercialización de este nuevo avión -conocido como Dreamliner- para posteriormente determinar si merece la pena poner en marcha las líneas de producción y en vuelo comercial en 2008. Para entonces, el A-380 de Airbus, que tiene ya más de 130 pedidos en firme, llevará volando un año.
Los cálculos iniciales indican que son necesarios un mínimo de 100 pedidos para este aparato, con cabida para unos 200 o 250 pasajeros, más ligero que los anteriores aviones y con un 20% menos de consumo, aunque el escenario más cómodo sería que se llegara a los 200 pedidos. Boeing construiría el avión en la planta de Everett en Seattle, según The Seattle Post-Intelligencer, y daría empleo a unas 800 o 1.200 personas. Un alivio para una empresa que este año ha reducido 40.000 empleos en EE UU.
El avión competidor del A-380 de Airbus estaría listo para volar en 2008
A falta de datos oficiales, se calcula que el coste de producción rondará los 7.000 millones como mínimo, algo que la compañía, siguiendo el paso dado con el 777 hace 10 años, quiere compartir. Entonces se subcontrató un tercio de la fabricación. Ahora el plan es subcontratar el 40% a firmas japonesas: Kawasaki, Fuji Heavy Industries y Mitsubishi Heavy Industries, además de Vought Aircraft (Dallas) y Alenia Aeronautica (Italia), que también participarían en los costes del avión.
Las compañías japonesas han pedido al Gobierno de su país una financiación, valorada en unos 3.000 millones de dólares, que desde la UE se está vigilando en la medida en la que puede violar las normas de la OMC.
Trabajadores, inversores y analistas esperaban ayer con expectación el anuncio de Boeing, que se ha calificado por algunos expertos como la decisión más importante de la compañía desde que en 1997 comprara McDonnell Douglas.
Curiosamente, la decisión está en las manos de un consejo que preside Harry Stonecipher, en sustitución de Phil Condit, quien dimitió a principio de mes tras una serie de escándalos con contratos con el Pentágono que está suponiendo a la empresa el parón de varios pedidos, entre ellos la compra de 80 aviones cisterna y el lease de otros 20, y una investigación de carácter penal.
Stonecipher, viene de McDonnell Douglas, una compañía que abandonó progresivamente el negocio de la aviación comercial para centrarse en la defensa. El nuevo consejero delegado dijo tener como prioridad enmendar las relaciones con Washington.
Indra, socio en el mantenimiento del F-18
Indra ha alcanzado un acuerdo con Boeing para participar como subcontratista en el programa de desarrollo y producción de la nueva generación de sistemas de mantenimiento de los aviones de combate F-18 de la Marina de Estados Unidos. La compañía española, a través de su filial en Estados Unidos, Indra Systems, asumirá una parte importante del contrato adjudicado a Boeing para modernizar los equipos de prueba desde los actuales sistemas de mantenimiento del F-18 a los sistemas estándar de la US Navy. La participación de Indra podría superar los nueve millones de dólares al incluir la producción de los sistemas desarrollados. La fase de desarrollo se extenderá hasta 2005. A partir de ese año y hasta 2007 está prevista la producción de todos los sistemas para la adaptación de los equipos de mantenimiento que dan servicio a la flota de F-18.