Aterrizaje en California
Convertido en Gobernator, Terminator se convierte, a veces, en un personaje de lo más cándido. Arnold Schwarzenegger admitió la semana pasada que el trabajo de gobernar California es duro. 'Ahora entiendo que otros gobernadores me dijeran que hay decisiones duras y dolorosas. Lo entendí la semana pasada por primera vez'.
Sin duda están siendo días duros para el actor, ahora político. Para enero tiene que presentar un presupuesto para un Estado que es la quinta economía del mundo pero que arrastra una profunda crisis y un posible falta de dinero a mediados del año que viene. La crisis se ha agravado esta semana al rebajarle Moody's la calificación de su deuda y dejarla a dos pasos del nivel más bajo. La deuda californiana se codea ahora con la de muchos países en desarrollo.
Preparando el camino para la cita presupuestaria, el gobernador fue capaz de sacar adelante, tras muchas negociaciones previas a una votación in extremis, una autorización para convocar un referéndum (uno más en California) que permita que los ciudadanos aprueben una de las piedras angulares de su legislatura. Se trata de fijar un tope de gasto y la emisión de deuda por valor de 15.000 millones de dólares.
æpermil;sta es sólo una de las duras decisiones que acompañan el cargo y que le obligan a contradecir sus promesas. En su guión de campaña Schwarzenegger decía estar en contra de endeudar más al Estado. Le ha bastado menos de un mes desde que tomó posesión para ponerse en el camino de hacerlo. Los conservadores vigilan ahora que no suba los impuestos, como también prometió ridiculizando a los que lo hacen.
De momento, el gobernador ya ha anunciado el recorte de algunos gastos que el presupuesto ha dedicado desde hace años de forma mayoritaria a educación y sanidad. Ya desde principios de campaña dijo que no recortaría en educación, pero el martes, por primera vez, dejó caer que algo habría que hacer con esta partida porque 'no tenemos dinero'. Lleguen o no las vacas flacas a la formación de los futuros (y endeudados) votantes de California, donde si llegarán es a los programas sociales, donde se han recortado 2.000 millones de gasto en programas como los de ayuda a los discapacitados.
Este recorte, que ya le ha hecho merecedor de ir acompañado de ciudadanos protestando a la mayor parte de los actos a los que acude, se pierde en los números rojos, que aumentarán 4.000 millones con la revocación que hizo el primer día del impuesto estatal de propiedad de coches.
A lo que no se compromete Schwarzenegger es a no desempolvar este impuesto, ahora en el desván, si la situación se complica; y ya lo está haciendo porque a costa de ello los municipios tendrán que rebajar los presupuestos a servicios como el policial. No sería la primera vez que diera un giro a su parecer. De hecho, ha revocado la concesión de licencias de conducir a los emigrantes ilegales puesta en marcha también por su predecesor, Gray Davis, pero ha prometido que volverá a ponerla en marcha el año que viene.
En California se advierte que hay una cierta descoordinación entre los altos cargos de la Administración y entre éstos y el gobernador, quien sorprende con decisiones inesperadas. Sin duda, gobernar es más difícil que ganar elecciones. Le queda tiempo para saber más de ello.