El peso de los precios
Las empresas españolas parecen condenadas a hacer mayores esfuerzos que sus competidoras. Es la consecuencia de una inflación que sigue sin control. Los pronósticos procedentes del Gobierno ya anunciaban un dato malo en noviembre, y así ha sido. El repunte de tres décimas, que ha elevado la tasa interanual al 2,8%, ha quebrado la trayectoria a la baja iniciada en verano. En esta ocasión, por el fuerte crecimiento de los precios del vestido y calzado -debido al fin de las rebajas- y por los carburantes. Puede servir de consuelo que la inflación subyacente se mantiene en el 2,6% o que hace un año la tasa interanual estaba más de un punto por encima de la actual. Pero lo cierto es que el IPC muestra una férrea resistencia a bajar del 2,5%, y el diferencial con la media de la UE sigue preocupantemente en un punto. El desvío de los precios en noviembre le costará al Estado 943 millones de euros, para compensar a los pensionistas del incremento sobre la previsión del Gobierno. Es sólo uno de los muchos costes que se cobra el IPC. Para evitarlos hará falta más que seleccionar las compras navideñas, como pidió ayer el ministro de Hacienda.