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Columna
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Aplicación de los ERE

Los ERE, acrónimo de expedientes de regulación de empleo, no dejan de estar en el centro de la polémica. Tras los aprobados durante los pasados años a los grandes bancos y a las compañías de telecomunicaciones, le toca el turno ahora de nuevo a Telefónica y a Antena 3.

¿Qué son los ERE? El expediente de regulación de empleo es el procedimiento legal que regula los despidos colectivos de trabajadores. Y, ¿por qué causas puede la empresa presentar un ERE? Nuestro Estatuto de los Trabajadores habla de 'despido colectivo fundado en causas económicas, técnicas, organizativas o de producción'. Es decir, ya no ocurre como en el pasado, que sólo una empresa en grave crisis económica podía hacer uso de este instrumento. La actual legislación no sólo persigue salvar a la empresa que se encuentra al borde del cierre, sino que le permite tomar medidas para garantizarle su viabilidad, evitando así futuras crisis.

Según escribe el profesor Montoya: 'La procedencia de medidas técnicas, organizativas o de producción, no ya para conseguir la supervivencia de la empresa, sino también para garantizar la viabilidad futura de la empresa y del empleo en la misma mediante una mejor organización de sus recursos'. Las empresas pueden plantear despidos colectivos no sólo para superar una grave crisis en la que estén inmersas, sino también para adelantarse al futuro. Y esas causas son las que normalmente esgrimen las grandes empresas en estos tiempos de razonable marcha de la economía.

Los expedientes de regulación son un mecanismo de flexibilidad laboral aceptado, pero también generan riesgos

El procedimiento del despido colectivo consta de un doble trámite, que se inicia simultáneamente. Por una parte hay que solicitar la autorización a la autoridad laboral, y, por otra, se abre un periodo de consulta entre la empresa y los trabajadores, en el que se negocian las condiciones del despido (las fijadas por ley son 20 días por año trabajado). Si existe acuerdo, la Administración tiene muy limitadas sus posibilidades. O lo autoriza o se abstiene y lo envía al juez en caso de que advierta dolo, fraude o inexistencia de las causas esgrimidas. En los casos sin acuerdo, la Administración tiene más posibilidades de actuación, ya que puede aprobarlo o rechazarlo. Según el Estatuto de los Trabajadores, 'la autorización procederá cuando de la documentación obrante en el expediente se desprenda razonablemente que las medidas propuestas por la empresa son necesarias'. Ese 'razonablemente' encierra posibilidades de discrecionalidad. ¿Quién sabe en verdad qué es lo razonable?

Existe un gran consenso social en la necesidad de los ERE como mecanismos de flexibilidad laboral. Ahora bien, también se corren varios riesgos, sobre los cuales hay que estar atentos. Uno, el abuso en su uso, sobre todo perjudicando a los trabajadores de más edad. Algunas grandes empresas -y a pesar de las limitaciones existentes en la materia- despidieron colectivamente aduciendo las famosas causas, para al poco tiempo contratar personas más jóvenes. En verdad se trataba de un mecanismo para rejuvenecer plantilla. Otro abuso del que ya hemos hablado en numerosas ocasiones es el de las prejubilaciones. Las partes llegan a un acuerdo mediante el que sólo se despide a las personas mayores de una determinada edad, a las que se les garantiza un colchón económico hasta su jubilación. Existe en este caso una evidente quiebra del principio de no discriminación de edad que la Administración no debería tolerar. Ahora que tanto hablamos del talento necesario para la empresa, ¡cuánto no habremos dilapidado con estas prejubilaciones!

Algo parecido ocurre con la salida de personas con experiencia. Algunos de los grandes bancos que desarrollaron importantes ERE no hace demasiados años, terminaron arrepintiéndose, toda vez que los nuevos contratados ni sentían apego por la empresa, ni tenían la menor experiencia en la materia, por lo que tuvieron que perder mucho tiempo en su capacitación. ¿No hubiese sido más inteligente -y competitivo- haber reciclado, mediante la adecuada formación, a los trabajadores con experiencia?

Pues este error ha sido más frecuente de lo que nos creemos. En un mundo donde los mercados financieros priman los adelgazamientos de personal, muchos de los ERE aprobados no respondieron, realmente, a las causas aducidas.

Los ERE son siempre medidas traumáticas que hay que usar con mucha cautela; aunque son imprescindibles, no se debe abusar de ellos.

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