La contabilidad imaginativa... pública
El comisario Solbes comprende que no está luchando contra molinos, sino contra gigantes, y por ello hace de la necesidad virtud. En efecto, a pesar de sus recomendaciones para que Francia se comprometa a contener el déficit por debajo del 3% al menos en 2005, París no parece dispuesto a dar marcha atrás en su política de reactivar la economía aumentando el gasto y reduciendo los impuestos directos de carácter personal.
Desde luego, Francia no está sola, pues Alemania superó en 2002 el límite del 3%, repetirá este año y ya ha reclamado para 2004 idénticas concesiones que las otorgadas a Francia. æscaron;nicamente Portugal, un país pequeño, se ha tomado en serio las advertencias de la Comisión y cumple ya los dolorosos deberes que olvidó en el pasado. Como Holanda, Finlandia y Austria -la posición española es nebulosa, infectada quizá por el virus galardoniticus- mantienen que si el Pacto de Estabilidad y Crecimiento se modifica, cualquier intento de imponer la disciplina fiscal en la zona euro quedará reducido a cenizas, la Comisión está intentando templar gaitas y como afirmó su presidente, 'ayudará a encontrar una solución que esté dentro de los límites de flexibilidad del pacto'.
Cuál será esa solución se desconoce todavía, pero como a nuestros amables vecinos allende los Pirineos no les agrada la paradójica situación de encontrarse, siquiera en este terreno, en el mismo bando que los americanos -que también incumplen ampliamente toda regla sensata relativa a la contención del déficit- intentan evitar a toda costa someter sus cuentas públicas a la vigilancia de la Comisión y, según se rumorea en la prensa especializada anglosajona, han puesto a trabajar a sus contables públicos para hallar un paliativo a sus problemas, según puede leerse, entre líneas, en las Noticias de Prensa de Eurostat, la Oficina Estadística de la Unión Europea, http://europa.eu.int/comm/eurostat.
La cuestión era cómo contabilizar una transferencia al Estado de las obligaciones por pensiones, en régimen de reparto, en empresas públicas. La decisión transciende el campo estadístico, pues afecta al superávit o déficit y a la deuda pública viva.
De acuerdo con sus normas internas, Eurostat consultó a 15 institutos nacionales de estadística y 14 bancos centrales -amén del BCE- de los países miembros de la UE. Según recoge el anexo incluido en su página web, 14 instituciones respondieron que la contrapartida a la transferencia de la empresa pública a las arcas del Tesoro debería calificarse como una operación no financiera.
De esas 14, 11 consideraron que la operación no financiera era una transferencia de capital, y 3, una transferencia corriente. Por el contrario, las 11 instituciones restantes se inclinaron por calificarla como una operación financiera, registrándose ciertas diferencias de matices, pero coincidiendo en un rasgo fundamental: que la operación suponía un aumento en los pasivos del Tesoro. Con ese resultado Eurostat decidió que la contrapartida del pago a realizar por una empresa pública por el traspaso de sus obligaciones por pensiones a pagar a sus empleados debía considerarse una transacción no financiera que reduce el déficit y no afecta a la deuda pública.
Naturalmente, aun cuando la Oficina Estadística advierte que '...la mejoría en las cuentas del Gobierno se compensarán en el futuro por el pago de las pensiones a los anteriores beneficiarios del esquema de pensiones en régimen de reparto gestionado por la empresa pública', resulta indudable que su decisión supone un notable alivio para las dos partes implicadas: primero, para los Tesoros públicos, que pueden lucir un déficit menor y, segundo, para las empresas públicas en cuestión, que se descargan de una pesada obligación. ¡Y es que la contabilidad resulta a veces mágica!
No se conocen ni la empresa ni el Gobierno implicados, pero los rumores apuntan al Tesoro francés y a France Télécom. Si así fuese, se confirmaría un problema político básico para la futura UE: que el eje franco-alemán es un eje en recesión, atrincherado en la defensa de sus viejos privilegios y decidido a incumplir las reglas del juego cuando les perjudican. Seguirán existiendo en España partidarios de ese eje, pero los intereses españoles están claramente en otros, más dinámicos, volcados en la innovación y la flexibilidad.