En estado gaseoso
Con las mayores reservas de gas del mundo, 54 trillones de pies cúbicos, Bolivia debería haber encontrado la base de su prosperidad para salir hacia una situación de desarrollo en flecha y abandonar su entrega permanente al fatalismo de la pobreza y la exclusión social. Pero no hay mayor debilidad que la ignorancia de la propia fuerza y para los observadores a distancia cobra caracteres de insólita sorpresa cómo Bolivia, en estos días sede de la XIII Cumbre Iberoamericana de jefes de Estado y de Gobierno, haya podido sumirse en la grave crisis de octubre pasado con la renuncia y autoexilio del presidente Sánchez de Lozada. Una crisis para la que se encontró una salida constitucional in extremis después de que indígenas y cocaleros, liderados por Felipe Quispe y Evo Morales, impusieran su ley y bloquearan la venta del gas y su salida comercial a través de un puerto chileno con destino a los impacientes consumidores de California. Es como si Bolivia, que podía haber pasado al estado sólido del crecimiento y multiplicado su renta per cápita, prefiriese continuar en estado gaseoso.
Allí en Bolivia, en la ciudad de Santa Cruz de la Sierra, la Asociación de Periodistas Europeos se adelantó a la cumbre con la convocatoria del IX Foro Eurolatinoamericano de Comunicación para reunir a los responsables mediáticos de ambos lados del Atlántico que se expresan en castellano y en portugués. Magnífica ocasión para debatir sobre las libertades de expresión, el papel del periodismo en situaciones de crisis y conocer en directo la situación boliviana. Para dar su versión aceptó comparecer el nuevo presidente, Carlos Mesa, que empezó declarando cómo le había tocado llegar a la presidencia de Bolivia en un momento particularmente difícil, producto de una crisis política pero sobre todo de la acumulación de muchas facturas históricas que ahora habían sido puestas al cobro.
Carlos Mesa, que en su anterior encarnación fue uno de los periodistas más prestigioso del país, sabía que ninguno de sus oyentes le envidiaba. Se mostró esperanzado al insistir en que rompiendo todos los negros augurios Bolivia había sido capaz de dar una respuesta sensata antes de despeñarse por el abismo. Pero reconoció que había muchas preguntas abiertas en torno al referéndum sobre el gas, la convocatoria de una Asamblea Constituyente y la quiebra evidente entre sociedad y Estado por la cual la ley entendida como ordenadora del compromiso social queda en entredicho.
Bolivia, sede de la Cumbre Iberoamericana que hoy comienza, puede encontrar su desarrollo en el gas
Enseguida el presidente se aplicó a trazar el diagnóstico revelador de un mecanismo institucional muy débil e imperfecto. Señaló las presiones en origen legítimas que habían terminado por saltarse el respeto a la ley y las responsabilidades que en su desencadenamiento también tenían las actitudes suicidas de los partidos y de las elites de poder. Sin dejar de reconocer las aportaciones en pro de la forja de instituciones democráticas, criticó que se hubieran instalado en la prebenda, el privilegio y la corrupción en detrimento de la tarea de intermediación que la Constitución les encomendaba.
Luego, el presidente Mesa planteó la ecuación del gas, resaltando cuán pertinente era hacerlo en un lugar concurrido por una destacada representación de periodistas en particular españoles, habida cuenta de las inversiones de las empresas de nuestro país en Bolivia. Se mostró consciente de la preocupación que suscitan las incertidumbres y manifestó que los bolivianos tienen una percepción de que en este momento los ingresos previstos por regalías, impuestos y otros elementos vinculados a la inversión y explotación petrolera y gasística son insuficientes. Por eso avanzó la necesidad de cambiar la Ley de Hidrocarburos en el marco de una discusión sensata entre el Estado boliviano y las empresas petroleras.
En su opinión, cuando se ha vivido una crisis que ha estremecido todas las instituciones de la democracia, el mayor interés de los inversionistas debe incorporar una visión de conjunto sin aferrarse a detalles, aunque excluyó pensamientos locos o respuestas radicales y propugnó la búsqueda de porcentajes más equilibrados y de nuevos mecanismos de pago de impuestos más directos y más transparentes que la actual maraña. Su decisión era la de garantizar las inversiones a largo plazo pero haciendo un reparto de sacrificios en función de sanear una relación envenenada entre Bolivia como Estado y los inversores. A Mesa le van a examinar quienes desplazaron al anterior presidente en menos de tres meses. Veremos.