Nueva era para el BCE
La política monetaria debe ser siempre consistente con un escenario previsto, coincida o no con otros bancos centrales o con lo que descuenta el mercado. No es el caso del BCE hasta ahora, según el autor, que sugiere los cambios a aplicar en la era Trichet
Uno de los elementos que más cohesiona y une a una institución con sus relacionados es la normalidad y continuidad al producirse cambios en su cúpula, es decir cambiar todo para no cambiar nada. En ese sentido, el Banco Central Europeo (BCE) y su antecesor, el Instituto Monetario Europeo, es una institución que ha diseñado e instrumentado la política monetaria única, el lanzamiento del euro y su consolidación. El primer presidente, Win Duisenberg, ha dejado el testigo a Jean-Claude Trichet, que llega tras un proceso judicial del que ha salido indemne, retrasando el cambio de guardia en la dirección de la autoridad monetaria.
Una vez solventado el relevo, queda la tarea de discutir qué debería cambiar en el seno de la institución y qué no. Mucho se ha criticado la política de comunicación del antiguo presidente, sus crípticos mensajes, su insistencia sobre el fantasma de la inflación y su inconsistencia en algunas de sus decisiones con su análisis o mensajes previos.
Jean-Claude Trichet puede tomar nota de la estrategia para la comunicación del Banco de Inglaterra o del Riksbank sueco
Empecemos por la comunicación. Se podría discutir si un banco central debería ser tan transparente como para no incurrir en sorpresas de ningún tipo en sus decisiones. Esto reduciría la volatilidad de los precios de los activos, anticipándose perfectamente los agentes, en tiempo, magnitud y dirección, a los movimientos de los tipos oficiales. Probablemente esto sería lo óptimo, pero no parece que vayamos en esa dirección. En todo caso, se podría mejorar el mecanismo de comunicación, publicando el resultado de la votación del Consejo o elaborando un informe con mayor componente informativo que el actual. El nuevo presidente debería tomar nota de la estrategia de comunicación del Banco de Inglaterra o del Riksbank sueco.
Respecto a la estrategia de la política monetaria, sí parece que existe cierto consenso en que la utilización de los llamados pilares, su cambio de orden en el pasado, el mensaje o el énfasis puesto en cada pilar han supuesto un ejercicio de imaginación impropio de economistas y analistas a la hora de interpretar el mensaje. Por esto, sería preciso un cambio en este sentido, abandonando el objetivo cuantitativo sobre el crecimiento de M3, para cumplir con el mandato que le otorga su estatuto, el control de la inflación. Este control no implica un integrismo a ultranza, algo que llegó a percibirse en el pasado aunque no creo que fuera el caso, sino una función lógica de un banco central, sin que eso signifique que el crecimiento no sea una variable muy relevante en su función objetiva.
La consistencia es otra cualidad que debe exigírsele a un banco central. Por eso admiro tanto al Banco de Inglaterra. Es raro encontrar una declaración o comentario de su que se aleje de la directriz que emana de su Consejo, que por otro lado está formado por personas muy solventes en todas las áreas, de menor componente político y mayor peso intelectual. Esto no ha sido así en el pasado en muchas declaraciones y comentarios de miembros del BCE. Han existido circunstancias en las que el propio Duisenberg ha declarado una cosa por la mañana y por la tarde han actuado de forma completamente contraria, en un intento de alejarse de las directrices del mercado o de las actuaciones de otros bancos centrales.
La política monetaria debe ser siempre consistente con un escenario previsto, independientemente de si coincide o no con otros bancos centrales o con lo que descuenta el mercado. En este sentido, el BCE debería mejorar, al igual que todos, su capacidad de predicción, ya que esta inconsistencia ha venido dada, en muchos casos, por los errores sistemáticos en las previsiones de crecimiento e inflación.
Con estos mimbres llega Trichet en un momento delicado desde un punto de vista económico. El BCE, fiel a su reciente tradición, augura una recuperación económica que nadie percibe, y por tanto se apresta a cambiar de ciclo de tipos de interés tan pronto como pueda. Honestamente, creo que una vez más el BCE yerra su análisis, y que la economía europea no está en una posición que permita subir los tipos de interés, sino todo lo contrario. Podemos discutir si es la medida mejor o única para relanzar el crecimiento, pero es la que más a mano tiene el BCE. Espero que Trichet mejore el análisis de su antecesor y anticipe con más criterio los diferentes ciclos económicos y de inflación. Con esa esperanza preveo una rebaja de tipos antes que finalice el año.