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Tribuna
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Desafíos para Trichet

El francés Jean-Claude Trichet sustituye mañana a Wim Duisenberg en la presidencia del BCE. Es el primer cambio de timonel desde que se creó la autoridad monetaria común en la UE. El autor analiza los retos a que se enfrenta, con una zona euro en práctica anemia económica

Francia nunca ha ocultado su opinión de que tiene derecho a instalar a un francés al mando del Banco Central Europeo (BCE). Ahora será así. Jean-Claude Trichet reemplazará mañana al actual titular, Wim Duisenberg.

El BCE bajo Duisenberg ha sido notablemente consciente de conservar su independencia en cuestiones relacionadas con la política monetaria. Pero lo referido a la sucesión es otra historia. Las circunstancias que rodean al nombramiento de Trichet generan preocupaciones de mayor nivel sobre la posibilidad de que el banco se haya convertido en un trofeo político que será pasado de un país europeo grande al siguiente.

El nuevo presidente del BCE tendrá que probar que no llega al cargo sólo por ser francés o porque Jacques Chirac lo colocó ahí

Los franceses insistieron tanto en que Trichet obtuviera el cargo que se las arreglaron para persuadir a Duisenberg para que aceptara un retiro anticipado. ¡Qué buen tipo este Wim Duisenberg! No sólo aceptó renunciar, sino que también fue flexible en la fecha de su partida. Originalmente estaba programada para julio. Después, los problemas de Trichet se intensificaron como resultado del escándalo de contabilidad fraudulenta del Crédit Lyonnais, en 1992 y 1993, cuando el banco era estatal y él era gobernador del Banco de Francia. Duisenberg acordó quedarse mientras Trichet se presentaba ante los tribunales. En efecto, le estaba guardando el asiento caliente a Trichet. Un tribunal francés absolvió a Trichet en junio, allanando el terreno para que ocupara el trono del BCE.

A decir verdad, a todo el mundo parece gustarle Trichet por razones profesionales. Probablemente será un presidente muy competente del BCE. Lo que hará difícil su nuevo empleo es la forma en que llegó al cargo, que debería ser para el mejor presidente de un banco central de la UE, y aunque bien podría tratarse de Trichet, él tendrá que probar que no lo obtuvo simplemente porque es francés o porque el presidente Jacques Chirac lo puso allí.

Chirac se ha manifestado abiertamente contra la postura de la UE sobre déficit presupuestarios e impuestos, y contra el BCE por no bajar el tipo de interés ante el actual estancamiento económico. Uno de los desafíos de Trichet será mantener el apoyo del BCE al Pacto de Estabilidad de la UE. Francia viola notoriamente el acuerdo, así como Alemania. Cuando se le preguntó a principios de este mes al respecto, Trichet respondió diplomáticamente: 'La postura del BCE, conforme a lo establecido por Wim Duisenberg, es decir que le conferimos importancia al Pacto de Estabilidad, y que sus términos sean respetados'. No exactamente un apoyo total al pacto, tendría uno que decir. Y lo que es peor, Trichet estableció durante su audiencia en la comisión monetaria del Parlamento Europeo que el papel del BCE era combatir la inflación, no castigar a Francia y Alemania por sus déficit.

Suena como una tontería, pero tal vez Trichet pueda arreglárselas siendo recatado respecto a los déficit presupuestarios. No puede evadir la responsabilidad de establecer la política monetaria. Recientemente le preguntaron a Duisenberg si tenía un consejo para Trichet con respecto a la política monetaria. Su respuesta: 'Que sea transparente, atento y prudente, y que siga nuestra estrategia de política monetaria'.

La última parte de la declaración es clave, porque seguir 'nuestra estrategia' significa mantener al BCE en su camino estrictamente monetarista. A diferencia de la Reserva Federal y del Banco de Japón, el BCE persigue un solo objetivo primario: mantener la estabilidad en los precios nacionales. El BCE quiere ver que la inflación de los precios al consumidor no rebase el 2%. Esa es la meta, punto. Lo que no está incluido en la agenda es usar la política monetaria para promover el crecimiento y la creación de empleos.

Lo que afectó a Duisenberg fue que el crecimiento de la zona euro estaba disminuyendo en un momento (desde mediados del 2000 hasta la actualidad) en que la inflación se encontraba técnicamente por encima de la meta de 2%. Aunque a la larga el BCE bajó sus tasas de interés a corto plazo, los críticos dijeron que fue insuficiente y demasiado tarde desde una perspectiva de crecimiento. Esto pondrá más a prueba el temple de Trichet que la cuestión de los déficit presupuestarios.

Veamos lo que hace cuando empiece la presión para que apoye bajar las tasas de interés de inmediato. El crecimiento en la zona euro es mínimo. Incluso si logra superar esto, será puesto a prueba de nuevo cuando las economías de los países miembros empiecen a recuperarse.

Vean a los políticos exigir que Trichet demore un alza en las tasas de interés tanto como pueda, incluso si la inflación supera la meta de 2%. Si puede manejar esa situación, tal vez sea el hombre indicado para manejar el BCE.

Las opiniones aquí expresadas son suyas.

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