Repsol YPF choca con el nacionalismo
Los ejecutivos de Repsol YPF ocuparon sus despachos en las oficinas de Gas Natural en el Distrito Federal en 2002. Traían dos asuntos entre manos: participar en los controvertidos proyectos del Gobierno mexicano de atraer a la inversión privada a la explotación del gas natural y abrir plantas de procesamiento en la costa del Pacífico para abastecer con gas natural boliviano el deficitario mercado norteamericano.
Hace una década ambas cosas hubieran sido impensables en México, donde los hidrocarburos son asunto nacional desde la expropiación petrolera de 1938.
La semana pasada la compañía española ganó en solitario la primera licitación en tres décadas para participar en la exploración y la explotación de gas natural en México, con un compromiso de inversión de 2.437 millones de dólares a 20 años.
Exxon Mobil y Total se retiraron, dejando a la compañía española con una oferta que hacía un descuento marginal (de 0,1%, según fuentes del sector) sobre los precios marcados por Petróleos Mexicanos.
La respuesta tanto de PRI como de la izquierda fue de indignación. 'Pemex entrega a Repsol tajada por 20 años', tituló a toda página el diario La Jornada al día siguiente de conocerse el fallo. La oposición, liderada por Manuel Bartlett, ya anunció que recurrirá el contrato, que calificó de 'terrorismo energético'.
La Constitución mexicana prohíbe la explotación de hidrocarburos. La compañía estatal Pemex, propietaria de un 5% de Repsol YPF, tuvo que elaborar tres borradores del documento en dos años para satisfacer tanto los requisitos legales como la rentabilidad y seguridad jurídica de las compañías.
El documento, que deberá firmarse antes del 14 de noviembre, es, por tanto, complejísimo, según la compañía. Repsol cobrará por explotar 16 pozos del bloque Reynosa-Monterrey en el noreste del país de acuerdo a un catálogo de precios: por pozo perforado, por un estudio geológico o por transportar gas natural a la red de distribución de la mexicana. Espera multiplicar por cuatro la producción de gas que, siempre, será de Pemex.
Pemex ha asegurado a la empresa española que todo está bien. 'Decidimos convocar el concurso cuando vimos que el esquema era viable', dice Sergio Guaso, director de los contratos de servicios múltiples de Pemex. Los 60 días transcurridos desde la convocatoria le hacen pensar que la oportunidad de un recurso constitucional quedó atrás.
La filosofía del contrato es que sea autofinanciable, 'que sea el gas fresco, adicional al que hoy se extrae en el campo, el que pague a Repsol', dice. El bloque Monterrey-Reynosa recibirá la cuarta parte de las inversiones previstas en el total de siete contratos que la empresa licitará hasta noviembre.
Interrupción del negocio en Bolivia
Menos alegrías da el proyecto de importación de Bolivia. Repsol YPF también está licitando por suelo en el puerto de Lázaro Cárdenas, en el Pacífico, y espera la decisión en diciembre. Junto con British Gas y Pan American Energy (participada en un 60% por British Petroleum) quería importar gas natural licuado desde el Chaco Boliviano, con una inversión de 1.500 millones de dólares a través de Chile.Las movilizaciones campesinas contra la exportación del gas natural y la caída del presidente boliviano Gonzalo Sánchez de Lozada han puesto este proyecto cuando menos en espera. Su sucesor propuso un referéndum sobre el gas.La alianza quería abastecer el mercado estadounidense con 30 millones de metros cúbicos de gas diarios a partir de una planta en el estado fronterizo de Baja California.Las estadounidenses Marathon y Sempra y la anglo-holandesa Shell ya tienen aprobados sus proyectos en este Estado y en estos meses están garantizando la compra de gas.