Engaño o mala interpretación
Hace unos días hablaba con una persona que, por haber estado trabajando algún tiempo en un organismo internacional, conocía bastante bien cómo se desarrollaban reuniones como las del G-7. Su conclusión sobre el debate surgido a raíz de las intenciones del comunicado tras la última cumbre es claro: 'Seguro que no hubo engaño, ya que todos los miembros estuvieron de acuerdo en el comunicado; otra cosa es que probablemente algunos no interpretaron de forma adecuada su impacto en los mercados'. En mi opinión, en este último grupo estarían las autoridades europeas y las japonesas.
Si algo caracteriza a los mercados financieros es la capacidad de reaccionar de forma inmediata ante un cambio de información. Más tarde los analistas valoran esta información, de forma que al final el mercado corrige o profundiza la reacción inicial. Pero todo ello se produce de forma casi inmediata, de forma que los niveles de los mercados siempre responden a la información existente en cada momento. Teniendo en cuenta todo lo anterior, ¿cómo es posible que semanas más tarde aún sigamos hablando del comunicado? Es una buena pregunta, de la cual no sé la respuesta.
Quizá porque desde ese momento muchos inversores consideren confirmadas sus sospechas sobre la intención implícita (públicamente siguen reconociendo su defensa del 'dólar fuerte') de las autoridades norteamericanas por debilitar su moneda. O también por las sucesivas 'aclaraciones' de las autoridades europeas y japonesas sobre la mala interpretación por el mercado del comunicado. Según esto, la petición de flexibilidad en los mercados de divisas no sería equivalente a un descenso del dólar. Por el contrario, la intención del Comunicado era presionar a varios países asiáticos para que liberalizaran sus mercados de cambios.
¿Y qué dicen las autoridades norteamericanas? Hemos escuchado de todo. Desde que algún alto cargo del Tesoro advertía de la necesidad de que las autoridades europeas y japonesas fomentaran su demanda doméstica, hasta que la petición de flexibilidad se refería específicamente al yuan chino. Con todo, los resultados son evidentes: el euro y el yen se han apreciado desde el 20 de septiembre un 2,8% y 3,15%, respectivamente, frente al dólar.
Bueno, el tema parece claro: el dólar se deprecia en los mercados de divisas como consecuencia del imparable aumento del déficit corriente norteamericano. æpermil;sta es la opinión mayoritaria en el mercado en estos momentos. En nuestra opinión, el déficit podría alcanzar un 5,4% este año, pero un 5,9% durante 2004.
Es decir, no esperamos que el descenso del dólar suponga un freno al aumento del déficit en los próximos meses. Y la razón es tan clara como que las importaciones norteamericanas van a seguir creciendo con fuerza debido a la fortaleza de la demanda doméstica, al mismo tiempo que sus exportaciones se verán frenadas por la escasa demanda mundial. La caída del dólar, si persiste, cosa que no esperamos, podría acentuar el proceso anterior. Olvidémonos pues del comunicado del G-7 para centrarnos en la realidad de los datos económicos.